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Agapito Maestre

Autoengaños frente a la mentira

¿Qué cosa será la legitimidad para estos periódicos, cuando no se la cuestionan al presidente por saltarse sus propias reglas? Vaya usted a saber.

Porque lo que se nos viene encima es el derrumbe del edificio constitucional y la muerte de la democracia, conviene no engañarse ante el proceso abierto por Zapatero con ETA. O estamos con Zapatero o estamos con la democracia. Ya no valen las posiciones ambiguas y remisas. Sin embargo, hay un sector de la prensa, no "adicto" al Gobierno, que no ha criticado a Zapatero con precisión por haber reconocido la capacidad de autodeterminación de los vascos, o sea, por haber dado un golpe mortal a los ciudadanos españoles. Prefiere autoengañarse antes que mostrar el proceso de destrucción de la nación española. Crítica ha sido, naturalmente, su primera reacción ante el anuncio-trampa de Zapatero; sí, crítica es la actitud de quien cuestiona las formas y los contenidos que se negocian, pero no lo suficiente cuando justifica la "buena voluntad", según La Razón, o la "buena fe", según El Mundo, que animan al presidente del Gobierno a seguir hablando con los asesinos.

El moralismo de carácter "buenista", el kantismo de base, de esta reacción, que se fija ante en las intenciones que en la realidad, arruina el posible análisis político de los editorialistas de esos rotativos sobre el comunicado de Zapatero. "Un paso muy preocupante para una apuesta extremadamente peligrosa" era el título del editorial de El Mundo, publicado el viernes pasado, que coincidía en lo esencial con el de La Razón: "Paso precipitado y lleno de riesgos". Nunca creí que esos dos periódicos pudieran acercarse tan comprensivamente al anuncio-trampa de Zapatero, pero después de leer los dos editoriales citados no puedo dejar de reconocer que su actitud "crítica" roza la tibieza de lo políticamente correcto, o sea, de no querer enterarse del dramatismo que implican las concesiones del Gobierno a ETA.

Aunque no es mi intención mostrar las contradicciones en las que caen sendos editoriales, hay una que lleva directamente al autoengaño. En efecto, ninguno de los dos desea cuestionar la legitimidad del presidente de Gobierno a la hora de la negociación con los asesinos, a pesar de haber reconocido previamente que el mismo presidente ha incumplido todos los requisitos que él mismo se había impuesto para "iniciar" el proceso. ¿Qué cosa será la legitimidad para estos periódicos, cuando no se la cuestionan al presidente por saltarse sus propias reglas? Vaya usted a saber. Lo cierto es que Zapatero ha anunciado el diálogo con ETA sin tener en cuenta sus propias "reglas" que, a falta de otras mejores para él, es de suponer que le otorgarían alguna legitimidad si las hubiera cumplido.

Zapatero ha decidido, pues, negociar con los asesinos atropellando las condiciones de su propia legitimidad, o sea, sin una reunión del Pacto Antiterrorista, sin comprobar un solo gesto de ETA que indique inequívocamente su voluntad de abandonar las armas y, por supuesto, sin que se haya "verificado" de modo creíble no sólo el cese de la violencia de ETA sino también todo tipo de extorsión de su entorno. Quien levante acta de esta contradicción, pero no la considere deslegitimadora del proceso, podría caer fácilmente en una crítica de boquilla, que no quiere reconocer que el "inicio" del diálogo no sólo es una concesión del Gobierno a ETA, sino el fin del Estado de Derecho. Su falta de entera radicalidad y contundencia en el análisis pudiera ser interpretada como complacencia con el proceso de destrucción de la nación española iniciado por Zapatero.

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