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Pablo Molina

ZP abandona las armas democráticas

Alfonso Guerra mató a Montesquieu. Ahora ZP, el necrófilo, se ensaña con el cadáver. El funeral de la Gloriosa Transición Española está previsto para finales de septiembre.

Lo explicaba brillantemente Juan Carlos Girauta en la tertulia de La Linterna del pasado jueves. Las respuestas del PSOE al terrorismo han sido el GAL con González y la rendición con Zapatero; cualquier cosa menos la aplicación del Estado de Derecho.

Sabíamos que la democracia tiene para los socialistas únicamente un valor instrumental. La asumen, mal que bien, solo si resulta útil a sus objetivos políticos, en caso contrario la desbordan con total desenvoltura mientras acusan de fascismo a quienes osen protestar. Pero lo que hizo el jueves el presidente surgido del 11-M no fue un regate constitucional más, sino la destrucción efectiva del Estado de Derecho como garante de las libertades ciudadanas. De paso, puso fin al proyecto de convivencia común alumbrado por los romanos, perseguido por los visigodos, institucionalizado por los Reyes Católicos y mantenido por las generaciones sucesivas con cuatro guerras civiles de por medio. Habrá que ver cómo les explicamos en unos años a nuestros hijos que nos pulimos la herencia histórica que por derecho les pertenece, ocupados en el Mundial de Fútbol y las elecciones a la presidencia del Real Madrid.

El nacionalismo vasco ha luchado durante treinta años para derrotar al Estado de Derecho. En dos ocasiones, el Gobierno de España declaró una tregua en la persecución de los terroristas. El jueves pasado ZP declaró, por fin, no un alto el fuego legal permanente (eso ya había sido comunicado a los interesados cuatro años atrás por líderes del socialismo vasco), sino el abandono definitivo de las armas del Estado de Derecho en favor de la paz. Los portavoces de los partidos abertzales llevan tiempo anunciando que este proceso de paz no llevará aparejada ninguna concesión política por su parte. Sus objetivos ¾autodeterminación, anexión de Navarra con el país vasco francés y creación en el territorio resultante de una república marxista-leninista¾ tienen carácter irrenunciable y, afirman, no serán objeto de negociación, simplemente porque el gobierno español haya declarado una tregua permanente. En este proceso que ahora se inicia, además, el nacionalismo vasco actuará dentro del más escrupuloso respeto por el sufrimiento de las víctimas de la opresión española, diseminadas por las cárceles del Estado.

Alfonso Guerra mató a Montesquieu. Ahora ZP, el necrófilo, se ensaña con el cadáver. El funeral de la Gloriosa Transición Española está previsto para finales de septiembre. La Casa Real agradecerá su presencia en el sepelio y ruega a los asistentes que se abstengan de dar el pésame.

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