De García Atadell a Bosé
El PSOE tiene un carácter estalinista, cerrado y duro, pero además, desde el 11-M, padece una enfermedad incurable, a saber, quien pertenece a ese partido sólo le basta seguir las consignas del nacionalismo tribal.
El otro día me comentaba un periodista decente de Onda Cero, muy cercano a la tradicional ideología izquierdista, que la programación de Radio Nacional era mala, a veces tan llena de basura como la de las televisiones analógicas, todas, al servicio del PSOE, porque estaba ocupada por individuos que no tienen ni idea de radio ni criterios intelectuales propios. Son falsos poetas, malos novelistas, profesorcitos y gentes así, que nunca han tenido que competir por nada, pero creen que su verborrea cubre la carencia de ideología del PSOE. Imposible. Crean el efecto contrario. Los ciudadanos huyen de sus espacios porque son aburridos, timoratos y, además, mentirosos y militantes.
¿Cómo mentirosos y militantes?, me atreví a preguntarle. Sí, dijo mi interlocutor, sólo hay mentirosos y militantes, por eso es imposible el debate intelectual en ese partido. Al ver mi cara de extrañeza se lanzó con una larga reflexión. Aquí les dejó más o menos lo que me comentó. En algunas cosas, tengo que reconocer que mi compañero de charla estuvo sembrado. Sí, comenzó diciendo, la evolución intelectual del PSOE ha sido lenta, tanto que aún hay socialistas instalados en el rencor de las checas de la Segunda República, y llena de contradicciones, por ejemplo, cabe recordar su abandono del marxismo por un golpe en la mesa de Felipe González, a la par que se seguía aplaudiendo el régimen de Castro; tampoco puede olvidarse que durante algún tiempo algunos de sus cuadros se preocuparon por pensar la democracia, mientras se combatía con métodos criminales a los terroristas; e incluso también es digno de mención que ciertos documentos de la Ejecutiva socialista reconociesen el valor del capitalismo para la emancipación de la humanidad, mientras se seguía agitando a su electorado a favor del paraíso socialista. Son contradicciones –diría algún dirigente del PSOE– propias de un partido centenario. No tienen mayor importancia.
Sin embargo, amigo, a fuerza de pasar por encima de estas contradicciones, este partido se ha transformado en una maquinaria incapaz de aceptar a nadie que no haga de la mentira y la militancia un ideal de vida. He ahí la raíz de la imposibilidad de establecer una discusión medianamente decente con un socialista. Es imposible discutir con un mentiroso, nadie puede osar rebatirlo porque, seguramente, cambiará mañana el criterio que ayer mantuvo. Tampoco puede hablarse con los militantes porque, lejos de discurrir por su cuenta, suelen moverse por las consignas de sus jefe. Es imposible, pues, debatir con nadie vinculado al PSOE, porque está poblado de mentirosos y militantes. El PSOE tiene un carácter estalinista, cerrado y duro, pero además, desde el 11-M, padece una enfermedad incurable, a saber, quien pertenece a ese partido sólo le basta seguir las consignas del nacionalismo tribal. Ellos no necesitan pensar, porque el nacionalismo les da resuelto el asunto.
Su trabajo consiste en imponer consignas obvias y necias, entre ellas, cabe destacar por su "originalidad": "España es diversa". Cuando Zapatero pronuncia este tipo de obviedad, aparte de reflejar un extremo vacío ideológico, está sustituyendo, definitivamente, la posibilidad de producir ideas, de discutir con el adversario político, por una militancia absurda. El desprecio por discutir ideas, o sea, por alcanzar alguna verdad con el adversario, conduce al PSOE a abandonar su pequeña, pequeñísima, alma democrática, para acabar entregándose por completo al "espíritu" populista y propagandístico que le dieron sus líderes de la Segunda República.
A pesar de todo, apunta mi amigo, hay que reconocer un cambio importante en el PSOE; durante la República, la ideología socialista era defendida por gentes tan poco recomendable como García Atadell, un asesino de la peor estirpe en opinión de Pío Baroja, y hoy, por el contrario, hay tipos, casi "arquetipos" transexuales, de una gran sensibilidad artística, según dicen sus seguidores, dispuestos a darlo todo por el socialismo. Consulten, sí, consulten los sensatos discursos de esos tres grandes "intelectuales de guardia" de Zapatero: Boris Izaguirre, Almodóvar y Bosé. Consulten, por favor, a estos "intelectuales" y se convencerán del poderío del "transformismo" socialista.
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