Las cartas portuguesas de Zapatero
Vuelven los policías corruptos, los métodos mafiosos y la perversa utilización de los aparatos del Estado en beneficio del poder establecido, saltando por encima de lo que haga falta.
Zapatero y Rubalcaba se ciscan en el Estado de Derecho y en la Justicia. Pretenden maniobrar arteramente para que se revoque la sentencia judicial que condena a tres policías por haber perpetrado las primeras detenciones políticas de la democracia. Una militante socialista aparece ahora en escena a través, como no, de la cadena amiga y asegura ser testigo de la inexistente agresión a Bono en la manifestación de la AVT. Rubalcaba dice en el Congreso que "vio la agresión con sus propios ojos" y ahora sólo falta que Cándido Conde Pumpido entre en escena y ordene que se investigue tan relevante testimonio.
La guerra sucia ha comenzado de nuevo y se reedita con una pasmosa similitud con la etapa más negra del felipismo. Vuelven los policías corruptos, los métodos mafiosos y la perversa utilización de los aparatos del Estado en beneficio del poder establecido, saltando por encima de lo que haga falta. Y con ella, Rubalcaba, el alquimista de La Moncloa de entonces, se convierte hoy en un remake de sí mismo capaz de asegurar, bajo la mirada atónita e incrédula de propios y extraños, que "vio con sus propios ojos que hubo agresión". La SER le ha puesto la coartada en bandeja al Gobierno. ¡Ánimo Cándido, que los fiscales son los "hilos conductores" del Parlamento!
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