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EDITORIAL

14 de abril, un triste aniversario

La izquierda de hoy, como la de entonces, sigue considerando la democracia como algo de "su exclusiva propiedad" y a la derecha como una opción política sin legitimidad para tener el poder emanado de las urnas.

El reconocido historiador británico Paul Johnson ya indicó que nuestra guerra civil había sido "el acontecimiento del siglo XX sobre el que más mentiras se han escrito". Buena parte de ellas se centran en la descripción de la época que la precedió, una Segunda República que se nos pinta con vivos colores como un jardín del Edén, con el fin de hacer resaltar más el blanco y negro con que se retrata la guerra, con unos malos muy malos y unos buenos muy buenos. La izquierda y la derecha, por dejarlo más claro, y para que no se pierda nadie.

Así, aquel habría sido un régimen de libertades que estaba llevando a cabo "un colosal impulso modernizador y democratizador", pese a "la desleal oposición de quienes creían, y siguen creyendo, que este país es de su exclusiva propiedad", según nos revela un ridículo manifiesto de nuestros titiriteros hecho público hace pocos días. La propaganda no puede ser más burda, por cuanto aquella república se caracterizó por ser construida por media España contra la otra media. "Todas las iglesias de Madrid no valen la vida de un republicano", afirmó el más famoso republicano, Azaña, en una sentencia repulsiva que resume bien aquella época. Lo más sagrado para al menos la mitad de España no valía lo que la vida, no de un español, sino de un español de la secta que había traído la república.

Y es que si en el nacimiento de la república colaboraron intelectuales y políticos que deseaban instaurar una democracia liberal, la iniciativa fue tomada, desde el mismo momento de la redacción de su constitución, por una izquierda que creía que el régimen era de su exclusiva propiedad. Si pronto comenzó la quema de iglesias, bibliotecas y centros escolares, la carta magna se impregnó no de laicismo, sino de odio a la religión. Por reseñar un ejemplo, muy apropiado para estos días, en 1933 se suprimió la celebración de Semana Santa en prácticamente toda España. Además, los elementos liberales que la constitución podía tener quedaron en nada con la aprobación de la Ley de Defensa de la República, que permitió al gobierno suspender incontables actos políticos de la oposición, además de cerrar unos 100 periódicos de derechas. Ese fue el impulso "democratizador".

En cuanto a los logros políticos de los gobiernos de entonces, cabe indicar que el bienio gobernado por la izquierda logró aumentar las cifras de huelguistas, parados y hasta de muertos de hambre. La reforma agraria, bandera de su programa, fue ejecutada con mayor eficacia por el posterior gobierno de Lerroux, pero no resultó eficaz en ningún caso. La ampliación en número de las escuelas públicas fue contrarrestada por el cierre de colegios religiosos, promulgado desde el más atroz sectarismo. Ese fue el impulso "modernizador".

Durante los cinco años en que pervivió la Segunda República, prácticamente todos los sectores políticos se alzaron contra ella. Los anarquistas, Sanjurjo y, sí, la izquierda, con el PSOE al frente, en 1934, en un intento de golpe de estado con el que, como afirmó Madariaga, "la izquierda española perdió hasta la sombra de autoridad moral para condenar la rebelión de 1936". Estando en el gobierno el Frente Popular, amenazados de muerte en el mismo Parlamento los líderes de la derecha, y asesinado uno de ellos, se alzó en armas parte del Ejército. En ese momento se inició una lucha en la que la tercera España, la liberal, no estuvo en ningún bando. El resultado de aquella guerra hubiera sido en cualquier caso una dictadura, ya fuera militar o "del proletariado", es decir, comunista al estilo soviético.

Esa es la herencia que reivindica hoy la izquierda de Zapatero; esa es la bandera que colgarán, incumpliendo sino la letra sí el espíritu de la ley, de muchos ayuntamientos españoles. Y es que la izquierda de hoy, como la de entonces, sigue considerando la democracia como algo de "su exclusiva propiedad" y a la derecha como una opción política sin legitimidad para tener el poder emanado de las urnas. Así pues, creen oportuno reivindicar "los valores" de un régimen que consistió en expulsar del sistema a media España, pues ese es el objetivo que desean acometer hoy. Como sea.

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