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Cristina Losada

Carambolas ZP

La imposición de las lenguas mal llamadas propias con las discriminaciones y abusos acompañantes, y el uso de la educación para el adoctrinamiento, vienen de lejos, y por cierto, con la contribución del PP, pero se ha roto el silencio de los corderos.

En un New Scientist contaban de un profesor retirado, aficionado al ajedrez, que era capaz de prever ocho movimientos. Cuando no pudo anticipar más de cinco, fue al médico. No le encontraron nada, pero tras su muerte descubrieron que padecía Alzheimer. La política viene a ser un ajedrez viviente, como aquel al que jugaban, en la obra de Bulgakov, El Maestro y Margarita, el implacable Voland, personificación de la fuerza que "siempre quiere el mal y siempre practica el bien", y su revoltoso gato Hipopótamo. Pues bien, ¿cuántos movimientos puede prever Zapatero? Ya digo que no preveo que esta disquisición concluya con un resultado parecido al que ofrecía, en agudeza mental, el profesor con Alzheimer.

Ha sido muy alabada la maniobra de ZP para desplazar a los camisas negras y comprar a los del 3 por ciento. La carambola le ha salido bien, dicen los cronistas, y ha merecido aplausos. Un murmullo de "¡jo, qué listo!" ha estremecido las gradas. Carambola ha sido, pues con la bola de CiU ha tocado otras dos, la de Esquerra y la de Maragall, que ahora están en orsay. Y nos ayuda en este punto el diccionario. Carambola: coloq., enredo, embuste o trampa para alucinar y burlar a alguien. Que lo digan los touché. Zapatero, en cualquier caso, ha dado una nueva prueba de su grado de fiabilidad.

Casimiro García-Abadillo escribe en El Mundo que la finta anuncia un giro al centro del socialismo gobernante. Dado el extremo en el que se había situado ZP, una torsión así pondrá a prueba su musculatura, pero no es imposible para quien no reconoce otros principios que los que en cada momento le convienen. Su viaje a Ceuta y Melilla, y su énfasis allí en “la igualdad de todos los españoles”, corroboran que ésa, la de dar el giro, puede ser la intención. Y todo ello confirma esto: que el Estatuto de Cataluña y los demás cambalaches zapateriles le han colocado en un punto crítico. El cierre de filas de los barones, que no varones, socialistas, apunta a la misma conclusión: o achican juntos o la barca se hunde.

Pero fuera de la mesa de billar de la política, han pasado cosas. El proyecto rupturista de ZP y sus cesiones a los nacionalistas, han puesto el foco sobre una realidad que ha estado ahí, forjándose durante mucho tiempo, pero que se iba llevando con más resignación que protestas. Ahora, una parte de la sociedad ya no está dispuesta a tragar ni la deriva hacia el desguace ni la consolidación de regímenes pretotalitarios en ciertas regiones. La imposición de las lenguas mal llamadas propias con las discriminaciones y abusos acompañantes, y el uso de la educación para el adoctrinamiento, vienen de lejos, y por cierto, con la contribución del PP, pero se ha roto el silencio de los corderos.

ZP, como se diría en la jerga izquierdista de antaño, ha logrado soliviantar a las masas. Ha conseguido que se levantara el paño que cubría las vergüenzas y los agujeros de la democracia española, y se ha visto que el edificio no puede seguir al albur de aventureros y sanguijuelas. El peligro aguza la mente y los reflejos. Las jugadas de ZP han cargado de adrenalina la atmósfera. Y más que se cargará, porque ya ha movido piezas que no podrá retirar. Ahora, para hacer frente a los efectos imprevistos, vienen con su giro. Resumiendo: el profesor aquel les daría jaque mate.

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