Agapito Maestre
El rostro de Zapatero
Si en verdad la fisonomía, como dicen los entendidos en la materia, no engaña, entonces el rostro de Zapatero el día de la Pascua Militar constituía todo un programa de destrucción de España
Nunca he practicado el análisis de la fisonomía de un personaje para descubrir sus intenciones políticas, pero ante la impresión horrible que me causó el rostro de Zapatero, a quien siempre respetaré como ser humano, el día de la Pascua Militar, no puedo dejar de ejercer de fisonomista político. Sí, ese día en el rostro de Zapatero estaba ya contenida la destrucción de España, pero el personal mira para otro lado. Faltan agallas e inteligencia para hacerse cargo de lo que está pasando. Falta moral ciudadana para enfrentarse al rostro del poderoso. Faltan inteligencia e imaginación para no ver en el rostro de Zapatero la verdadera dimensión de la maldad política. El día de la Pascua Militar Zapatero exhibió su verdadero rostro. Era el rostro indagador de quien se prepara para la “decisión” final. ¿Quién estaba o no con él era su única preocupación? Sobraba todo lo demás.
ZP: mirada perdida de idea fija.
Las imágenes de televisión lo recogieron como es. Todos los músculos de su cara estaban contraídos. El ceño fruncido, cejas menos enarcadas que de costumbre y la mirada perdida por una sola idea punzante, desgarradora, eran los adornos de un rostro, de una fisonomía, que revelaba el carácter resentido, quizá malvado, de un político que lleva a España a la destrucción. El rostro de Zapatero revelaba una rabia sin contención contra media España.
ZP: mirada perdida de idea fija.
Sin oposición alguna, porque falta coraje civil y moral ciudadana, Zapatero miraba de modo amenazante a todos los que asistían a la ceremonia. Indagaba en los pensamientos de cada uno de los asistentes. Con sus dedos índice y corazón de la mano izquierda pretendía ocultar levemente su amenazadora y breve barbilla. Todo era en el rostro del presidente señas de rabia y violencia contenidas, de maquinación al mal, de resentimiento contra el mundo. Ojalá me equivoque, pero el rostro de Zapatero ante las jerarquías militares me pareció la de un hombre con no muchos amigos, poco de fiar desde el punto de vista político, o sea, desde la posibilidad de llegar a acuerdos sobre temas decisivos para asentar la existencia de una nación, de una democracia, con la que estén de acuerdo también los diez millones y medios de ciudadanos que no votan al PSOE.
ZP: mirada perdida de idea fija.
Su fría mirada era un punzón contra las entrañas de sus adversarios. Si en verdad la fisonomía, como dicen los entendidos en la materia, no engaña, entonces el rostro de Zapatero el día de la Pascua Militar constituía todo un programa de destrucción de España. Nunca recordaré sin horror ese rostro. Por otro lado, estoy convencido de que era éste y no otro el objetivo del presidente del Gobierno: asustar a quien se oponga a su proceso de destrucción de España como nación. Sin duda ya lo ha conseguido. Las sonrisas ya han cedido ante el rostro convulso y compulsivo de quien sabe que ha llegado la hora de la verdad. Del zarpazo. ¿Habría dicho Mena, el teniente general del Ejército de Tierra, lo mismo que dijo en Sevilla delante de ese rostro amenazante de Zapatero? Seguramente, sí, porque Mena es un hombre de armas, de guerra, que sabe a la perfección que el más mínimo titubeo ante la agresión, el menor signo de complacencia ante un ataque planificado, es el final, la muerte, de quien lucha en legítima defensa de su vida y de su patria.
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