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Alberto Acereda

La guerra es contra Bush

Los repetidos fracasos de estos folletines al uso de la oxidada maquinaria propagandística anticonservadora revelan esa costumbre tan de las izquierdas de andar siempre más cerca de los asesinos que de las víctimas.

Al hacer balance anual de lo que se ha escrito y dicho contra la derecha norteamericana, y sobre todo contra George W. Bush, resulta obvio que la guerra de las izquierdas no es contra el terrorismo, sino contra Bush. Desde la idea del “caña al mono que es de goma”, las izquierdas políticas –incluidas las de EEUU– juzgan que el mono es Bush, que su Administración es de goma y que lo mejor es zurrarle la badana, aunque sea manipulando la información.

Para esa propaganda mediática parece como si Irak jamás hubiera tenido tres exitosas elecciones democráticas en menos de un año. En todos los casos, los medios de comunicación más anticonservadores –guiados por la sectaria CNN y el New York Times, y seguidos por los comparsas internacionales, caldo para Al Jazira– nos han contado todo tipo de historias contra Bush, todas tan fallidas como incapaces de tumbar al mono.

Día sí y noche también se nos han detallado las brutalidades perpetradas por el maligno e invasor Ejército de los EEUU. Se nos han relatado torturas, abusos, malos tratos, vejaciones; todo ordenado por Bush, Cheney, Rumsfeld y los neoconservadores, ocupados sólo en su codicia por el petróleo iraquí. A la vez, los mismos medios “progresistas” adornan las bondades de los “insurgentes”, luchadores de la libertad de su pueblo y de sus creencias yihadistas.

Después de Abu Ghraib –cuyos soldados fueron ya juzgados y expulsados del Ejército– vino Guantánamo; más tarde, el Corán vertido en el retrete, que resultó ser otra falsedad. Tras los calores del verano, cual caído del cielo para las izquierdas resonó el huracán Katrina y la cantinela de la inoperancia de Bush, acusado de racista y hasta de haber ordenado volar los diques de contención.

Volvieron luego las tergiversaciones mediáticas sobre Irak y sobre las armas de destrucción masiva; aparecieron historias de espías como la de Valerie Plame, buen guión para una película de Clooney; se anunció después la cultura de la corrupción de la derecha encarnada en el líder republicano Tom DeLay, al que los medios culparon ya sin haberse celebrado aún el juicio. Saltó luego el caso “Scooter” Libby, que era el puente –según el Partido Demócrata y sus medios– para encausar definitivamente a Bush, a Cheney a Rove... Era el fin de la derecha y de Bush... Pero el mono siguió en pie.

Se publicaron después las filtraciones de unos vuelos secretos de aviones de la CIA: cárceles negras, interrogatorios, torturas, Bush cómplice y asesino... Irak, otro Vietnam... y la guerra –otra vez– contada falsamente por los medios, según ha relatado acertadamente Thomas Sowell. Como las izquierdas políticas y mediáticas no desean celebrar –porque les importa un bledo- el reciente éxito electoral y de participación en Irak, y como tampoco quieren reconocer que el triunfo se debe a la derecha conservadora liderada por Bush, el día después de las elecciones, la contraseña mediática fue la misma: más caña al mono.

Se trataba de despistar al ciudadano, seguir manipulando la realidad y sacar alguna historia, como la de la portada del New York Times, sobre unas “ilegales” escuchas telefónicas ordenadas por Bush. Y todo eso el mismo día en el que los senadores “demócratas” obstruían la antiterrorista “Ley Patriota”. Bush respondió inmediatamente con un contundente discurso que defendió la legalidad de sus acciones.

Mientras la derecha norteamericana no olvida el 11-S y mientras la economía alcanza notables índices, en Irak se vota a un gobierno democrático. La caña al mono falla, pese al apoyo mediático y la falsificación de la realidad. Por eso Bush remonta el vuelo en todas las encuestas. Los repetidos fracasos de estos folletines al uso de la oxidada maquinaria propagandística anticonservadora revelan esa costumbre tan de las izquierdas de andar siempre más cerca de los asesinos que de las víctimas.

Por eso, este 2005 ha demostrado que la guerra que libran las izquierdas políticas y sus pozos mediáticos más serviles no es contra el terrorismo, sino contra Bush.

¡Feliz Navidad, Feliz Hannukah!

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