Carlos Semprún Maura
Diplomacia o vocerío
la corresponsal de Le Figaro, después de comer los croissants que le llegan por la valija diplomática chiraquiana, leyó, como todos los días, El País, y se puso a traducir algunos párrafos sobre la manifestación del sábado
Desde que se mataba a los mensajeros portadores de malas noticias, la diplomacia ha realizado ciertos progresos y sentado algunas normas que, sin ser perfectas, han demostrado, con la experiencia, no ser del todo malas. Una de ellas es la discreción. Por ejemplo, si dos países, o una coalición de países, están enfrascadas en unas negociaciones difíciles cuyo resultado es incierto, muchas veces se impone la discreción y la prudencia, antes de llegar a un acuerdo y para preservar las oportunidades de acuerdo. Una polémica a gritos, lo echaría todo a perder.
Pero, en el caso de los aviones de la CIA, vemos como la diplomacia desaparece, sustituido por el vocerío y la propaganda antiyanqui, que se nutre de cualquier suceso, utiliza cualquier argumento para presentar a Bush y a los USA como los enemigos de la humanidad, al lado de los cuales Sadam Hussein o Bin Laden, los ayatolás iraníes o Hugo Chávez, aparecen como víctimas inocentes o héroes románticos, clones del siniestro “Che”. Todo el mundo sabe que la historia de la diplomacia tiene su corolario de espionaje, con sus agentes secretos, quienes, por definición, desarrollan actividades, esencialmente secretas. Por ello, y como siempre, la UE y sus medios, junto a una propaganda tan embustera y demagógica como rentable, demuestran una hipocresía supina, porque es evidente que si aviones de la CIA aterrizan y despegan de aeropuertos europeos, sólo pueden hacerlo con el visto bueno de las autoridades.
La prensa gala anuncia a bombo y platillo, que el “el caso de los aviones de la CIA”, va a crear una crisis gravísima y tal vez definitiva, entre Alemania y los USA, precisamente en el momento en que Angela Merkel intenta mejorar las relaciones entre ambos países. Apuesto a que no habrá la menor crisis.
La prensa gala, en cambio, ningunea la racha de manifestaciones multitudinarias que vienen desarrollándose en Madrid contra el gobierno zapateriano (gemelo del “bolivariano”). Pero Diane Cambón, la corresponsal de Le Figaro, después de comer los croissants que le llegan por la valija diplomática chiraquiana, leyó, como todos los días, El País, y se puso a traducir algunos párrafos sobre la manifestación del sábado en defensa de la Constitución. Nota que los manifestantes fueron “decenas de miles”, no más, y luego da el recuento resumido de las opiniones de los comunistas, de CiU, de José Bono y de Pérez Rubalcaba, exactamente como El País.
¿Ustedes se creen que es un agente sociata infiltrada en un diario conservador? Pues no, es, como su periódico, chiraquiana, y por lo tanto le hace méritos a Zapatero por su excelencia como limpiabotas. Por cierto, Chirac vuelve de África, donde como único jefe de estado europeo en Bamako, desempañó su papel de “gran papá blanco”. Se cree emperador del continente africano cuando sólo es uno de sus petropiratas. En cuanto a la inmigración, Chirac ha decidido que sólo aceptaría en su país a las élites africanas. ¡Pobre África!
Después de campañas contra las discriminaciones “por raza o religión!” para obtener un empleo, contra las discriminaciones en las fronteras contra enfermos del Sida, después de infinitas campañas contra discriminaciones de todo tipo, y ahora resulta que la OMS se vanagloria por no contratar y despedir a...¡fumadores!.
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