Amando de Miguel
Gentilicios gentiles
Claudio Verdú Egea (Rivas-Vaciamadrid, Madrid) se ha tomado la molestia de computar las frecuencias que da el DRAE a Estados Unidos. Las más repetidas son “los Estados Unidos”, “los Estados Unidos de América” y “Estados Unidos”. Hay otras. Es una deliciosa ambigüedad, más aún porque todas las formas son descriptivas en ausencia de un gentilicio propio. Los estadounidenses recurren corrientemente a “América”, lo que parece una desmesura si lo vemos desde España. ¿No es “América” el continente entero? De mí puedo decir que oscilo entre “Estados Unidos” y “los Estados Unidos” según lo exija la frase. En el habla coloquial de ese país se dice “los Estados”.
Dani Gómez (Barcelona) me cuenta que tiene una compañera de trabajo de padre japonés y de madre brasileña. “Me gustaría saber cómo tengo que referirme a ella, como japobrasileña o como brasileñojaponesa. Ambas palabras me suenan fatal”. Y tanto. Con lo fácil que sería decir “nipobrasileña” o, todavía mejor, “nipobrasilera”. En los gentilicios compuestos es legítimo y elegante emplear las raíces clásicas, como “angloitaliano”, “hispanoamericano” o “lusoespañol”.
Juan Ignacio Contreras expresa una duda inquietante. El hombre observa que ya no se dice “España” sino “Estado”. En cuyo caso ya no sabe cuál es su nacionalidad: “¿estadense o estadiense?”. Pues no lo había pensado. Habrá que ponerse a investigar. La voz “estadista” ya está tomada.
Quizá “estadisto”. O acaso “estadoautonomicense”. Puede que “estadés” o “estadiano”. No sé, habrá que abrir un concurso de ideas. No es broma, con la nueva Constitución en marcha, lo de “España” desaparece; es lo único cierto. Vamos a por las 20 naciones: las 17 autonomías más Ceuta, Melilla y Gibraltar. Serán 20 naciones subvencionadas. O quizá sean solo tres (Galiza, Euskadi y Catalonia) subvencionadas por todas las demás. En ese caso habrá que buscar un gentilicio nuevo para ese resto “pagano” (= el que subvenciona las respectivas “deudas históricas”). Propongo “Iberuela”, “Hispalia” o “Sefarad”. Se admiten sugerencias. Puesto que Cataluña o el País Vasco se proponen ser Estados independientes, los partidos nacionalistas de esos nuevos Estados no tendrían que estar representados en las Cortes Españolas.
Rafael es partidario de la expresión “América latina” para designar a los países americanos que hablan lenguas latinas. Por la misma razón ─dice─ etiquetamos como “Europa latina” a los países europeos con lenguas latinas. Está bien traído. Por otro lado se queja de que los “antillanos” hayan pasado a ser “caribeños”, que “no suena tan bonito”. No le gusta lo del “hemisferio” para referirse a América. Sin embargo, le recuerdo que en la Constitución española de 1812 se hablaba de “los españoles de ambos hemisferios”.
Antonio Grande comenta que, puestos a admitir el nuevo gentilicio de “subsaharianos”, por lo menos podríamos decir “subsaharauis”. Tiene razón. No prosperará.
Alejandro Arana (Barcelona, nacido en Zaragoza) quiere saber por qué “a los aragoneses se les denomina maños, especialmente en Cataluña”. Quizá provenga de maña, habilidad manual. Se supone que los aragoneses eran buenos artesanos. No debe confundirse con baturro, que es solo el habitante de Zaragoza. Esa denominación se deriva de bato (= huevo), que se aplica al rústico algo romo o grosero. Que no se me ofenda nadie. Durante siglos, el tonto rústico por antonomasia fue el “sayagués”, el gentilicio para mi comarca de nación. El sayagués era el que apenas sabía expresarse en castellano. Yo sigo aprendiéndolo.
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