Amando de Miguel
Sobre sexo, género y sexualidad
¿Habrá que expulsar de la Universidad al porcentaje de mujeres que supere el 50%? ¿Qué hacemos con los delincuentes, los criminales, los presos, en donde la proporción femenina es francamente minoritaria?
El sexo es fundamental. Es lo primero que nos enjabonamos en la ducha. La frase es para llamar la atención de los múltiples significados de sexo: el aparato genital, la cualidad de todos los organismos no hermafroditas, la asignación simbólica de masculino-femenino que damos a las cosas inanimadas (género), el placer erótico. Todo eso se mezcla y produce notables confusiones.
Enrique Molina (Granada) se queja de la decisión del centro en el que estudia sobre la duplicación de los nombres de los cargos: decano o decana, secretario o secretaria, etc. En su opinión, ese artificio es una estupidez. Es lo que a mí me parece. Todos padecemos esa cretinez de “buenos días a todos y a todas”. ¿Habrá que decir siempre “los parados y las paradas”, “los asistentes y las asistentas a la reunión”? Lejos de ser una cura contra el machismo, esa obsesión contribuye a realzarlo, pues nos tenemos que acordar continuamente de cuál es nuestro sexo. Un varón homosexual ¿tendrá que ser citado como mujer? ¿No será esa una forma de señalarlo? ¿Tendrá que fabricarse la ropa y el calzado igual para los dos sexos? Claro que la mayor tontería es lo de la paridad. ¿Habrá que expulsar de la Universidad al porcentaje de mujeres que supere el 50%? ¿Qué hacemos con los delincuentes, los criminales, los presos, en donde la proporción femenina es francamente minoritaria? Tres de cada cuatro personas asesinadas son varones. ¿Tendremos que corregir ese desequilibrio de género? Las asociaciones feministas ¿tendrán que aceptar un 50% de varones para cumplir con la norma de la paridad? Para redondear los fastos del IV centenario del Quijote habrá quien proponga una nueva versión arreglada en la que Dulcinea aparezca como protagonista. Podemos llegar todos y todas a volvernos locos y locas con las palabras y los palabros.
Javier Aymerich Bartolomé relata la gran justicia que se ha hecho al corzo al identificarlo con un animal promiscuo por el hecho de la cornamenta. Por lo visto, hasta hace muy pocos años se creía que era el corzo un ejemplo de monogamia y fidelidad. Pues no. Gracias por la información, don Javier.
J. A. Martínez Pons (Molinaseca, León) aporta el dato de que en su pueblo los nombres de algunos árboles frutales alteran el género usual. Así, “el moral” (= morera), “la cerezal” (= cerezo), “la nuezal” (= nogal). Por lo que parece, esa tendencia a que baile el género de los árboles se da en varias zonas de España. Siempre será un misterio por qué muchas cosas que no tienen sexo según la naturaleza se les da un género según el lenguaje. Claro que mayor capricho es atribuir el género a los seres humanos que sí tienen sexo. Es más, en la expresión “violencia de género” se quiere indicar que es la violencia contra las mujeres. Ya es confusión.
Antonio Pérez García, a propósito de lo que de “barragán”, nos ilustra con unos versos del Cantar de Mio Cid: Pedro Bermúdez desafía a Fernando de Carrión con estas palabras:
“¡E eres hermoso, mas mal varragán!
¡Lengua sin manos, quomo osas fablar!
Me atrevo a traducir: “Serás hermoso, pero no valiente. ¿Cómo te atreves a hablar, lengua sin manos?”. Lo de “lengua sin manos” me fascina. Es tanto como decir “deslenguado pero sin valor ni inteligencia”. El valor y la inteligencia están en las manos. Espero que don Antonio no me dejará mentir. Además, las manos sirven para acariciar.
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