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Federico Jiménez Losantos

Rubalcaba: recuerda Perejil

Ahora, hay que esperar que el entorno incoloro, inodoro e insípido de Rajoy no se ponga de uñas contra el antiguo Faraón y estropee el efecto irritante de lo que el malvado oficial del socialismo ex-pañol llama “diplomacia paralela”

Si a Rubalcaba le molesta que Aznar reciba tan amablemente en FAES a los dirigentes del Polisario, buena señal. Lo malo sería que lo aplaudiese, porque revelaría que la derecha está ayudando al zapaterismo a fletar la Alianza de Civilizaciones, ese invento del TBO que se le olvidó al profesor Franz de Copenhague. ¿Que le molesta? Bueno será. Ahora, hay que esperar que el entorno incoloro, inodoro e insípido de Rajoy no se ponga de uñas contra el antiguo Faraón y estropee el efecto irritante de lo que el malvado oficial del socialismo ex-pañol llama “diplomacia paralela”. Lo que debería molestarle es que fuera “perpendicular”, pero si las paralelas no se tocan, ¿donde está el problema? ¿Le habrá afectado finalmente la LOGSE a Rubalcaba? ¿Se le habrá torcido como su criatura al Doctor Frankenstein? Pues que le pida el antídoto a Marchesi.
 
No se me va de la memoria la imagen de Felipe González con cazadora en Tinduf, dándoles un mitin a los saharauis y prometiéndoles amor eterno. Era la época en que la antigua colonia española era una “ventana atlántica” sobre las Canarias muy apetecida por la URSS, cuya mano actuaba a través de Argelia. El mundo ha cambiado mucho desde entonces. Lo que no ha cambiado es Marruecos. La Marcha Verde hizo un apunte de reedición con la toma de Perejil, prólogo para aventuras mayores en Ceuta, Melilla y, si se tercia, las Canarias. Aznar lo cortó de raíz, Mojamé se puso como una fiera y Zapatero se fue a hacerle carantoñas a la fiera y a jorobar la política exterior de España, que por otra parte es la de siempre con respecto al Sahara, la de la ONU, que Marruecos se niega a aceptar. Zapatero llegó a fotografiarse bajo el mapa neoalmohade de Marruecos que incluye Ceuta y Melilla como aperitivo del festín andalusí. Eso sí que fue diplomacia paralela. En realidad, de no ocurrir tan abajo, habría sido alta traición.
 
Pero desde que González y Polanco se pusieron a la cabeza del lobby marroquí en España, y desde que Zapatero se enfeudó a Francia, potencia neocolonial en Rabat, aquí ya se nos han olvidado Perejil, Ceuta, Melilla, las Canarias y hasta el 11M, cuya mano de obra no cualificada vino de Marruecos y probablemente estuvo siempre en manos o bajo la mirada protectora de los servicios secretos marroquíes. Por esa cercanía, por esa enemistad tradicional que lo coloca como nuestra principal amenaza estratégica, España debe jugar la carta saharaui contra Rabat. Y si de paso se molesta Rubalcaba, muchísimo mejor. Donde las dan, las toman.

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