Colabora
Fundación Heritage

La alianza anglo-americana no se romperá

El Primer Ministro Tony Blair no es ningún Jose Luis Rodríguez Zapatero.

Nile Gardiner y John Hulsman

Los bárbaros ataques terroristas en Londres, que se han cobrado por lo menos 50 vidas, son un asalto directo a la alianza anglo-americana, motor de la guerra global contra el terror. Un grupo asociado a Al-Qaeda autodenominado “El grupo secreto de Al-Qaeda para la yihad en Europa” se ha arrogado la responsabilidad de las múltiples explosiones. Los motivos de esta organización son claros. Con Gran Bretaña universalmente reconocida como el aliado más próximo de Estados Unidos, un ataque a Londres no es muy diferente de un ataque a Washington o Nueva York.
 
Atacando Londres, Al-Qaeda esperaba conseguir un éxito propagandístico a 3 bandas. Primero, planificó interrumpir la cumbre del G-8, símbolo de los líderes occidentales más poderosos del mundo. Ya quedó claro que en ese objetivo fallaron.
Segundo, esperaban un efecto “estilo español” para alienar al pueblo británico contra su gobierno, algo de enorme éxito en Madrid. Aquí también fallarán los terroristas porque han subestimado la fuerza y la firmeza del pueblo británico.
 
Un tercer objetivo del ataque era romper la sociedad anglo-americana en Irak haciendo que el precio de cooperar con Estados Unidos sea demasiado difícil de aguantar. Los cobardes atentados son casi iguales en diseño a los ataques del 11-M en Madrid y están especialmente dirigidos a forzar la retirada de las 8.000 tropas británicas de Irak. Es aquí donde la alianza anglo-americana sobresale como el bastión de la civilización occidental. Una retirada inmediata de Irak sería una derrota de proporciones cataclísmicas para Occidente y una victoria inmensa para Abu Musab Al-Zarqawi y sus socios asesinos. Pero no sucederá, porque los lazos que unen a Estados Unidos y Gran Bretaña son demasiado fuertes.
 
Los terroristas han fracasado al no entender la terca tradición británica de enfrentarse a todo desafío. También han fracasado al no entender que cuando la suerte está echada, Estados Unidos y Gran Bretaña, como Butch Cassidy y el Sundance Kid, salen disparando juntos. Esta atrocidad terrible no va a alterar estos hechos fundamentales; en todo caso sólo hará más firme la determinación anglo-americana.
 
Los terroristas responsables de este ultraje no lograrán que cambie la política británica en Irak y en la guerra contra el terrorismo. En todo caso, los ataques sólo aumentarán la determinación del gobierno británico para quedarse en Irak y posiblemente resulte en el aumento del nivel de tropas en el país. El Primer Ministro Tony Blair no es ningún José Luis Rodríguez Zapatero.
 
La respuesta operativa común a los atentados por parte anglo-americana es obvia. Tiene que haber una represalia inmediata de Estados Unidos y Gran Bretaña: la guerra tiene que llevarse al terreno de los terroristas. Quien fuere que haya escondido, patrocinado o sido cómplice de estos terroristas tendrá que responder por ello. Si algún estado ha jugado algún papel en estos ataques, eso debe acarrearle consecuencias. Operaciones de las fuerzas especiales, ataques aéreos estratégicos y fijar como objetivo la eliminación de líderes terroristas; todo esto debe discutirse, además de empezar una caza meticulosa de las células durmientes de Al Qaeda que operan en Londres y otras grandes ciudades en Europa. No se debe dar cuartel a esos que han asesinado a civiles inocentes. No puede haber dudas; esta es una guerra épica entre la civilización y las fuerzas bárbaras que desean su destrucción.
 
En este terrible momento para Gran Bretaña, Estados Unidos estará hombro con hombro junto a sus aliados británicos que están ensangrentados pero no sometidos. La fatal vanidad de los terroristas es similar a la del Káiser, Hitler y Stalin: infravalorar el poder y la determinación de los anglosajones. Ésta es una guerra que puede durar décadas pero que será ganada finalmente por las dos naciones que se erigen al frente de la defensa de la libertad en el escenario mundial: Estados Unidos y Gran Bretaña.
 
©2005 The Heritage Foundation
©2005 Traducido por Miryam Lindberg
 
Nile Gardiner es Doctor en Filosofía y miembro de la Anglo-American Security Policy de la Fundación Heritage y John Hulsman es doctor en Filosofía y miembro investigador de Asuntos Europeos del Centro para Política Exterior Douglas y Sarah Allison del Instituto Shelby y Kathryn Cullom Davis para Estudios Internacionales de la Fundación Heritage.
 
Libertad Digital agradece a la Fundación Heritage el permiso para publicar este artículo.

Ver los comentarios Ocultar los comentarios

Portada

Suscríbete a nuestro boletín diario