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Cristina Losada

Antes de la decencia

Y, por cierto, ¿de dónde habrá sacado Bono que los guerrilleros de Cristo Rey reventaban las manifestaciones antes de que hubiera libertad? Anotémosle el desliz a la ignorancia.

Como hasta el jueves no éramos un país decente, hubo algunos que aprovecharon para soltar las últimas indecencias antes de que llegara ZP y mandara parar. Así, Bono, en el Congreso, en un J’accuse que ni Zola, condenó a un concejal por convocar a una manifestación contra el gobierno. Una pérfida acción que las normas de decencia socialistas reputan de máxima indecencia, siempre que el gobierno contestado sea suyo. Y nunca mejor dicho, pues el PSOE trata la cosa pública como patrimonio particular. De ahí sus incursiones en las arcas en los viejos buenos tiempos, y la soltura con que deshacen cuanto se hacía antes de ZP, o sea, antes de que naciera esta democracia.
 
Dijo Bono, una vez, para explicarles la Navidad a los niños de un colegio manchego, que esa fiesta conmemoraba el momento desde el que empezaba a contarse la presencia del hombre en el mundo. No siempre va la decencia unida al conocimiento. Ahora, el ministro podrá señalar como año cero de la humanidad española el de la entronización de ZP. Eso si el término “español” no se declara indecente, que todo es posible cuando España resulte la única nación sin derecho a la existencia.
 
Pues aquí la historia y la memoria no sólo se confunden. También se falsifican. Y, por cierto, ¿de dónde habrá sacado Bono que los guerrilleros de Cristo Rey reventaban las manifestaciones antes de que hubiera libertad? Anotémosle el desliz a la ignorancia. Se ve que el ministro sabe poco de cómo era la actividad manifestante antes de la Transición. Aunque entonces, como ahora, se detenía a gente inocente. Se le enmarañan las épocas, igual que con la Navidad.
 
Al que no se le lían es a Quintana, que bien colige que se trata de ahora o nunca. No se han visto en otra sus nacionalistas de estirpe m-l, y con la natural alegría, y en aquella era anterior a la decencia, Quin habló de Galicia como si estuviera en venta, cual mercancía. Y eso, en quienes repudian la economía de mercado, resulta aún más indecente. No saldré barato, son 21.000 millones del ala, dijo Quintana mirando hacia Moncloa. Pues tanta es la guita de los españoles –entelequias indecentes, salvo por lo que al dinero atañe– que pide para el Nuevo País, esa tasca de tablas rasas que se propone montar con Touriño de maitre d´.
 
En eso de la tabula rasa, Quintana conecta con la filosofía de ZP, que la practica día a día. Por ese lado se van a entender. Y porque ambos comparten la gran sabiduría: hay que hablar moderado para hacer extremismo. Pero de los millones que se olvide Quin, que el maestro ya eligió a sus favoritas. La decencia y la hacienda tienen límites. Además, ¿no quiere hacer de Galicia una autarquía?

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