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Amando de Miguel

Dudas, reproches y vacilaciones

Ignacio de Lorenzo Rodríguez me reprocha “la formulación asuntos a tratar”. Puede que sea un pecadillo galicista, pero lleva más de cien años como una construcción muy apañada en muchos buenos escritores españoles. Véase el Diccionario de dudas de Seco para una selección de verdaderas autoridades de la lengua española aficionadas a esa construcción de “sustantivo + a + infinitivo”. No sé por qué tenemos que evitarla sobre todo, cuando tantos circunloquios evita. El origen francés no es ningún desdoro. Quizá no haya que abusar de esa construcción en la misma página.
Alfredo L. Gordon me critica la frase “Don Claudio se adhiere a la definición…”. Sostiene don Alfredo que tendría que haber dicho “Don Claudio adhiere a la definición…”. Pues no. El verbo adherir puede utilizarse perfectamente como pronominal. Los verbos pronominales son una delicia. Dice el niño travieso después de romper el jarrón: “Mami, el jarrón se rompió”.
 
Tomás Sala rechaza mi afirmación de que la dieta mediterránea se aplica solo a los países europeos del Mediterráneo, no a los musulmanes. Su argumento es: “De los alimentos que nombra, ¿cuál no se come en el norte de África? Además del consabido cerdo y vino”. Hombre, ¿le parece poco excluir el cerdo y el vino de la famosa dieta? Tampoco el pescado es parte de la dieta normal de los norteafricanos. Añade don Tomás: “Muchas de las recetas consideradas típicamente mediterráneas son variaciones de recetas árabes”. Sin embargo, el té no es una bebida típica del Mediterráneo europeo, ni el pescado es característico de los árabes. Para don Tomás “la dieta mediterránea obedece a un clima”. Disiento respetuosamente. El clima de California es muy parecido al de una buena parte de España y sin embargo no veo que los californianos sean devotos del jamón, del pescado o del marisco. No es el clima sino la cultura lo que determina el gusto culinario. Por eso la dieta portuguesa es tan parecida a la española, aunque Portugal no sea un país mediterráneo.
 
Cristino Martínez Quevedo insiste en lo del “giro de 360º”. Redarguye que “un giro de 180º nos mantiene en la misma dirección pero en sentido contrario”. Nadie lo discute. Es lo que en la instrucción militar en orden cerrado se llama “media vuelta”. Insisto en que no existe la voz de “vuelta completa” (360º), un movimiento absurdo.
 
Ángel Guerrero Eguíluz vuelve a la carga con lo del “correo electrónico”. No comparte mis argumentos, vaya por Dios. Insisto en que es una bisoñez lo de poner “electrónico” a troche y moche. Es una alargadera desmedida. Transijo con lo de “correo” sin más, sea el postal, el personal o el que va por vía telefónica o por las ondas hertzianas. Claro que, si decimos fútbol (el deporte mundial, la actividad que más une a los pueblos), no sé por qué nos vamos a negar a imeil (no imail, peor aún e-mail). Sería la forma más corriente de enviar hoy mensajes rápidos, nada menos que de forma cuasi instantánea (“tiempo real”) a través de las redes informáticas. Lo de preferir correo a imeil es de un casticismo fuera del tiempo. Correo es también una voz importada, solo que hace mucho tiempo. Viene del francés medieval corlieu, de corir (= correr) y lieu (= lugar). Entró por el catalán como corrieu. Se refería a la persona que llevaba la correspondencia de un lugar a otro, normalmente a caballo o en barco si la distancia lo requería. Luego el correo pasó a ser también la correspondencia misma.
 
Juan José Torrens (Pamplona), informático, sostiene que el plural de imeil debería ser imeiles y no imeils. Creo que tiene razón, pero todavía no suena.
 
Eduardo Enrique González Rodríguez me corrige lo de “un profesor de kárate”. Debe ser “karate”, palabra llana. Por lo visto así se dice en japonés. Pero casi todo el mundo dice en español “kárate”, lo siento. El Diccionario oficial admite las dos formas, llana o esdrújula. El de Seco y colaboradores enuncia kárate (también karate). De karateka dice que es la “persona que practica el kárate”.
 
Eugenio L. Navarro se plantea si cabe decir edil como equivalente de concejal , y de primer edil como alternativa para alcalde . En latín aedilis era el magistrado que se dedicaba a cuidar los templos y dirigir las obras públicas municipales. Así pues, el edil es un cultismo aceptable para concejal . Después de todo, concejal procede igualmente del latín concilum (= consejo o ayuntamiento). Lo de primer edil no deja de ser una ñoñería. La voz alcalde (= el juez o alto cargo que preside; qadí en árabe). Desde el siglo XVIII cabe el femenino alcaldesa . En el siglo XX tenemos ya concejala y edila , aunque se puede decir la concejal o la edil . Para mi gusto el título de alcalde debería ser mejor el de burgomaestre , más democrático.

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