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Amando de Miguel

Diversidad de lenguas y hablas de España

Roberto Sanz se pregunta por qué los medios evitan pronunciar o escribir la palabra “España” y acuden a eufemismos o circunloquios: “la península”, “las diferentes Comunidades Autónomas”, etc. Especifica que “en Antena 3 hace meses que no oigo decir la palabra España a las presentadoras del tiempo, cosa que solo me explico porque hayan recibido la consigna de no pronunciarla”. Añado que mi circunloquio favorito para no tener que decir “España” es “a lo largo y a lo ancho de la geografía”. Ahora se recurre mucho a lo del “territorio” para referirse a España y los “ciudadanos” para referirse a los españoles. Desde el punto de vista de esta seccioncilla “España” es una diversidad de lenguas y hablas, aunque compartamos todos un idioma común.
 
A propósito de la voz restolicar, de Valladolid, Francisco Serrano Acedo (Badajoz) señala que en la zona de Alburquerque (Badajoz) dicen retolicar (= hablar mucho sin ton ni son). Don Francisco entiende quizá que sea una degeneración de retoricar (= hablar con una retórica exagerada). No digo yo que no. Se me ocurre que puede tener un parentesco con una palabra muy andaluza y extremeña: relatar (= hablar refunfuñando o de forma inmoderada).
 
José Ángel Alonso (catalán de nación), estudiante de Filología Inglesa, me comunica que “sale bastante de Cataluña para desintoxicarse de la política tribal que padecemos”. Enlaza una beca Erasmus con otra. Su idea es alejarse de “los impresentables que gobiernan nuestra comunidad y que nos avergüenzan a diario” a través de “la obsesión psicótica de la desaparición del catalán y de ver al resto de España como el enemigo de la tribu”. Termina: “no nos merecemos esto”. Añado: desde luego que no. Lo de viajar siempre es cosa buena, siempre que sea más allá de Perpiñán.
 
Nacho García (Elda, Alicante) me cuenta algunas variaciones del habla de su pueblo, una isla castellanófona en medio de una comarca de habla valenciana. Así, companaje (= fiambre), que don Nacho interpreta como traducción del valenciano companeche. No hace falta traducir. Companaje o compango son palabras castellanas que se utilizan en otros muchos lugares de España. Claramente proceden del latín (cum panis, lo que acompaña al pan). Don Nacho aporta la voz mañaco para referirse al muchacho (zagal, chamaco, chaval, etc.). Hay una lista larga de equivalencias. Más intrigado me tiene la voz cordoneras de los zapatos. Se pregunta don Nacho si no sería más propio decir “cordones”. Pero, como él mismo aduce, Elda es un pueblo de zapateros y ellos sabrán.
 
Juan Ignacio Contreras (Almuñécar, Granada) protesta de la presión para decir A Coruña en castellano cuando empleamos Londres (y no London). Comenta con gracia don Juan Ignacio que un inglés, cuando oye lo de Londres, quizá entienda “vestido largo” (= long dress), al igual que Andrés le puede sonar a “desnúdate” (= undress). Supongo que esos equívocos se producen con los hispanoparlantes. Simplemente, lo de A Coruña en castellano me parece una catetada. En el fondo es una forma de despreciar la lengua gallega. Las lenguas que se resisten a ser traducidas suelen ser las primitivas, en el sentido de no tener Literatura. No es el caso del gallego.
 
Mª Paz Velázquez me comunica dos palabras de pronunciación andaluza que son muy útiles: “estar jarto” (= harto, pero en el sentido de cansado, fastidiado) y “jartible” (= insufrible, inaguantable). Se pueden aplicar al “famoso talante”, asegura doña Mª Paz. Las podemos utilizar también los de Despeñaperros para arriba, aunque no sepamos pronunciar la maravillosa hache aspirada.
 
Jaime Lerner (Tel Aviv, Israel) critica el sustantivo devenir (= transcurso, decurso; aplicado al tiempo). Añado que, si bien es un galicismo, el DRAE lo admite con estos dos sentidos emparentados: “(1) La realidad entendida como proceso o cambio, que a veces se opone a ser. (2) Proceso mediante el cual algo se hace o llega a ser”. Cierto es que “decurso del tiempo” es más bonito que “devenir del tiempo”. Aindamáis, el verbo devenir me resulta empalagoso; creo que no lo he utilizado nunca.
 
El aindamáis ─un galleguismo simpático─ está perfectamente admitido en el español actual. Don Jaime señala el parentesco con el ladino o españolit una lengua maravillosa de la España peregrina. Aduce este maravilloso dicho: “Cuando era mancebico me dizían porco e ainde djudío”. Criatura.

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