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Federico Jiménez Losantos

Uropa ha muerto. ¡Viva Europa!

Es la hora de afirmar una Europa real, modesta, razonable, atlántica y liberal. Una Europa amiga y no enemiga de América, de las dos Américas, que parta del libre comercio, de la seguridad y de la libertad

Aunque la burocracia bruselense, la partitocracia generalizada y la idiocia paleta que reina en España no quieran darse por enterados, el proceso de ratificación del Tratado para la Constitución Europea yace en las urnas. Uropa, esa Uropa de los que no saben dónde tienen los Pirineos, ha muerto. Es la hora de afirmar una Europa real, modesta, razonable, atlántica y liberal. Una Europa amiga y no enemiga de América, de las dos Américas, que parta del libre comercio, de la seguridad y de la libertad ya existentes en los distintos países para crear nuevos espacios comunes de negocio y convivencia. Una Europa que no parta de un leviatán fiscalmente insaciable desde el que se gobierne a veinticinco países sin permiso de los gobernados.
 
Se pueden poner todas las pegas y todas las taras que se quiera a los que han elegido el “No” a la retórica deposición giscardiana como medio de afirmación infantil o de resquemor egoísta. ¿Pero acaso son menos egoístas la partitocracia europea y el propio Giscard? Por supuesto que no. Ha sido la ambición rastrera de ciertos gobernantes lo que ha hecho que la mal llamada Constitución se juegue a cara o cruz. Y ha salido cruz. A ver si portugueses y británicos se van a meter en este juego cuyo resultado ya se sabe. Raro sería. Es el momento de la rectificación y de la reflexión. Hay que enterrar la Uropa de los Morancos y los del Río y ponerse a crear la Europa con la que sí podemos soñar para preservar la paz y aumentar la libertad. Una Europa de los ciudadanos, sí. Una Uropa para los paletos, no.

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