EDITORIAL
Pío Moa
Ya dijimos en su día que “Moa cabalga entre ladridos”. Y la verdad es que lo sigue y lo seguirá haciendo por mucho que algunos quieran ahora incluso morderle.
Hay hechos que se califican por sí solos. Que a comienzos del siglo XXI una Universidad de un país democrático y occidental se llene de carteles en los que se insulta a un historiador invitado y donde se llama a los alumnos a una campaña de boicot a su conferencia que, finalmente, ha conducido a un intento de agresión, es una clara muestra de hasta qué punto la radicalización de la izquierda y la regresión en nuestro país va cada día a más desde la llegada del PSOE de ZP al gobierno.
Si ya es grave el boicot y el intento de agresión por parte de una veintena de descerebrados, nostálgicos de lo más violento y liberticida que se vivió durante la II República, no menos grave es que las autoridades académicas les hayan permitido durante días tener colgados unos carteles en donde se tachaba a Moa de “fascista” y se llamaba a los estudiantes a “plantarle cara”.
El colmo, sin embargo, lo ha provocado el propio rector de la Carlos III, el socialista Gregorio Peces Barba, cuando, en lugar de hacer un comunicado de condena por el boicot y el intento de agresión del que ha sido víctima el conferenciante, ha arremetido contra la asociación estudiantil Unión Democrática Española por haber invitado a Moa sin su consentimiento.
La guinda, la pondrá muy probablemente, buena parte de los medios de comunicación silenciando o quitando relieve a este bochornoso espectáculo que se ha vivido en una universidad española.
Sabemos del resquemor que puede provocar que alguien refute con tantos datos y acierto como lo hace Moa la mentira en la que se ha instalado la izquierda entorno a la II República y la Guerra Civil; mentira a la que ahora tanto se quiere encadenar a las futuras generaciones. Empezaron por tratar de silenciar su obra, pero ciertamente era difícil cuando esta lideraba y lidera la lista de los libros más vendidos. Luego trataron de tergiversarlo o, simplemente, insultarlo. Ya dijimos en su día que “Moa cabalga entre ladridos”. Y la verdad es que lo sigue y lo seguirá haciendo por mucho que algunos quieran ahora incluso morderle.
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