Colabora
Aquilino Duque

El último atentado

es como si la clase política temiera que las infamias y mentiras que profieren sus “historiadores” a sueldo no basten para disminuir a un personaje que pasó a la Historia

Uno de los muchos lugares donde fracasó el Alzamiento Nacional fue el pueblo de Z. de mayoría frentepopulista. Al ser liberado en agosto del 36, toda esa mayoría se hizo falangista y no había más que tres requetés, y es fama que uno de ellos llevaba su arrojo a ponerse la boina roja para pasear por su casa. Una cosa así es la bandera esa tan grande que pusieron en la madrileña plaza de Colón, cosa harto menos arriesgada que aplicar en ciertas provincias el artículo 155 de la Carta Magna. Es posible que esa aplicación no reuniera la unanimidad de votos con que los padres de la patria harían en cambio la heroicidad de poner fuera de la ley a un muerto insigne y a quienes defiendan su memoria. Esta vileza, que descalifica a una clase política en su totalidad, se haría además a cencerros tapados, amparada en la cuasi omertà de los medios de manipulación.
 
Lo grave del suceso, que sólo se ha dado en los fenecidos sistemas totalitarios que tanto admiraban sus promotores, es que supone un atentado a la Historia de España, y es como si la clase política temiera que las infamias y mentiras que profieren sus “historiadores” a sueldo no basten para disminuir a un personaje que pasó a la Historia. Y es fuera de la Historia de lo que quieren estos demócratas de baba poner al personaje que no fueron capaces, cuando él estaba vivo, de poner fuera de la ley.

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