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Juan Carlos Girauta

Del acoso al paternalismo

Las diecisiete preguntas lanzadas por el PP quedarán, naturalmente, sin respuesta. Izquierdas y nacionalistas cubrirán el inquietante silencio con lo primero que tengan a mano: hoy es el vídeo, pero habría sido cualquier otra cosa

El Mundo ha publicado la lista completa de comparecencias rechazadas por la Comisión del 11 M. Basta un vistazo para obtener un diagnóstico ajustado, para formarse una idea del mal mayor que aqueja a la política española desde que a las izquierdas y a los nacionalistas se les indigestó la mayoría absoluta de Aznar y regurgitaron viejas señas de su pasado, tan democrático.
 
De cincuenta y una comparecencias rechazadas, ¿adivinan cuántas habían sido solicitadas por el Grupo Popular? Sí, cincuenta y una. Dos de ellas eran colectivas: la de “jueces o magistrados y fiscales de la Audiencia Nacional” y la de “personas implicadas en diligencias policiales o procedimientos judiciales sobre los incidentes del día de reflexión” que fueron “remitentes o propagandistas” de “mensajes por e-mail sobre supuestos golpes de Estado”.
 
Así que, a siete de abril de 2005, sigue valiendo el diagnóstico del 13 de marzo de 2004: el PP está acorralado por el resto de fuerzas políticas. Si en el amargo día de reflexión culminó una larga campaña de agitación callejera con el acoso físico a los populares, el acorralamiento político iría cobrando forma tras el cambio de gobierno (que cobra tintes de cambio de régimen).
 
En el nuevo régimen, la derecha es sospechosa por definición y hasta culpable mientras no demuestre su inocencia. Y está condenada a luchar con un brazo atado a la espalda: si osa pulsar los resortes de la propaganda, tal como hacen todos los demás –pero sin mentir–, también será crucificada por los suyos. Especialmente por una prensa que cabría suponer alejada del sistema de prejuicios progres. Con amigos así no hacen falta enemigos.
 
Cincuenta y una de cincuenta y una. Pleno. Si fueran treinta y siete de cincuenta y una, o cuarenta y dos de cincuenta y una, sería suficiente para detectar el patrón y el análisis no diferiría mucho. Pero el cien por cien no es un patrón, es un bombardeo nuclear, es el aplastamiento de un partido por parte de los demás. El mayor partido en militancia y el segundo en votos, a una distancia sideral del tercero. Y en un asunto tan grave como el 11 M.
 
Las diecisiete preguntas lanzadas por el PP quedarán, naturalmente, sin respuesta. Izquierdas y nacionalistas cubrirán el inquietante silencio con lo primero que tengan a mano: hoy es el vídeo, pero habría sido cualquier otra cosa; el camuflaje empezó hace un año con el montaje del lobby de Washington y conoció la manipulación de las víctimas.
 
Los pocos medios favorables al PP, o no particularmente adversos, avalarán el apriorismo según el cual liberales y conservadores no pueden valerse de la propaganda ni de la agitación, aunque lo hagan sin mentir ni una sola vez. Justifican la discriminación con un paternalismo hipócrita: el vídeo de FAES perjudica al PP. También PSOE y ERC están muy preocupados por el daño que la derecha se está infligiendo a sí misma. Encima recochineo.

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