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Antonio José Chinchetru

Bloggers encarcelados

Arrestos, largas condenas de cárcel, censura, cierre de servicios de alojamiento… ese es el presente que viven (y lo que les sigue deparando el futuro) numerosos autores de bitácoras en gran parte de países

Las bitácoras se han convertido por derecho propio en un fenómeno que asusta a demasiadas personas preocupadas por mantener su estatus y a regímenes políticos dictatoriales y totalitarios que, por su propia naturaleza, tienen más interés en perpetuarse que en permitir que las sociedades a las que oprimen se desarrollen libremente.
 
Los ataques de conocidos periodistas españoles a las bitácoras son una broma ante la situación a la que se enfrentan los autores de weblogs en países como Irán. Los artículos de Rigalt y Del Pozo no son más que el grito desesperado de alguien pierde unos privilegios o detesta que quien opina diferente a la suya puedan expresarse libremente. Los textos de ambos articulistas son lamentables pero legítimos, entran en la lógica de la libertad de expresión. Es un motivo de alegría que puedan escribir cosas como esas, aunque sea triste que lo hagan. Sin embargo, en algunos países la situación es crítica para quienes osan a criticar a sus gobiernos en un blog, o en cualquier otro formato de los existentes en Internet. En la actualidad hay más de 70 "ciberdisidentes" encarcelados en todo el mundo, la mayor parte de ellos en China.
 
En Irán el teocrático sistema ha pasado de prohibir los blogs, que pese a lo que dijeran algunos es tan cierto que hasta fue reconocido por el mismo presidente Jatami, y amenazar a sus autores a encarcelar a quienes osan escribir libremente en bitácoras. A pesar de la campaña en la que bloggers de todo el mundo pedían la libertad de dos "colegas" iraníes, el régimen de los ayatolás ha condenado a catorce años de cárcel a uno de ellos, Arash Sigarchi. Claro que no debe de extrañar. Entra en la lógica de una dictadura islamista que, si bien disfrazada de seudo-democracia, mantiene a su sufrido pueblo sometido a unas normas medievales.
 
En China, país cuyo régimen comunista ha convertido en la mayor cárcel de internautas del mundo, la censura se ha cebado con los blogs. El totalitarismo pequinés no se conformó con encarcelar ciberdisidentes. En sintonía con su política hacia la Red, en marzo de 2003 decidió impedir que pudieran surgir más a través de las bitácoras, por lo que directamente clausuró los más importantes servicios de alojamiento de weblogs de país y bloquear el acceso a los más importantes del resto del mundo.
 
Arrestos, largas condenas de cárcel, censura, cierre de servicios de alojamiento… ese es el presente que viven (y lo que les sigue deparando el futuro) numerosos autores de bitácoras en gran parte de países. Pero no sólo ellos. Es la realidad que sufren millones de internautas que no tienen la suerte de vivir en países democráticos. Claro que los habitantes de algunos países lo tienen peor en este sentido y, como en Cuba o Corea del Norte, ni siquiera se les permite acceder a la Red. En la isla caribeña tan sólo pueden conectarse quienes tengan un permiso del Gobierno y en el país asiático es un lujo reservado a la élite del Partido Comunista.
 
Es necesario estar siempre alerta ante la represión de las bitácoras en las dictaduras, pero no debemos olvidar al resto de los internautas y a todos aquellos que ven su libertad recortada también fuera de la Red.
 
Antonio José Chinchetru es autor de Sobre la Red 2.0.

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