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EDITORIAL

El pacto de Perpiñán y la Comunidad Valenciana

Lo que es un hecho es que, tanto ETA -a través de sus atentados-, como Carod Rovira -a través de sus exigencias al Gobierno-, están demostrando mucha saña contra la Comunidad Valenciana y sus intereses en los últimos tiempos

A la vista está que los firmantes del pacto de Perpiñán, dentro de la general aversión que profesan a España, están demostrando una inquina muy particular contra la Comunidad Valenciana. No sabemos si los representantes de ETA y ERC hicieron referencia concreta a la comunidad levantina en su planes para “profundizar juntos en la crisis del Estado Español”. Lo que es un hecho es que, tanto ETA -a través de sus atentados-, como Carod Rovira -a través de sus exigencias al Gobierno-, están demostrando mucha saña contra la Comunidad Valenciana y sus intereses en los últimos tiempos.
 
Si la formación de Carod Rovira ha perpetrado este mismo fin de semana la enésima maniobra contra esta region y su vertebración económica, al reclamar a la ministra de Medio Ambiente la reducción del trasvase del Júcar al Vinalopó, los terroristas hacían estallar este domingo una bomba en Villajoyosa, en lo que constituye el tercer atentado perpetrado en la provincia de Alicante en poco más de tres meses.
 
Téngase en cuenta que los independentistas catalanes ya han logrado en buena parte paralizar al máximo las inversiones del Estado en la Comunidad Valenciana. Eso, por no hablar de una de las decisiones más graves y que, desgraciadamente, mejor reflejan la falta de visión nacional de la que adolece el gobierno de ZP, como es la derogación del Plan Hidrológico Nacional. No contentos con haber imposibilitado el trasvase del Ebro, los independentistas arremeten ahora contra un trasvase menor, que, en teoría, no afecta a su comunidad, y que podría, al menos, paliar en una pequeña parte la catástrofe económica derivada de la derogación del PHN. Esta derogación ya ha producido –conviene destacar- la paralización de decenas de proyectos urbanísticos y turísticos, por no hablar del perjuicio a los regantes y agricultores valencianos.
 
El traer a colación el pacto de Perpiñán no sólo obedece, por otra parte, a los perjuicios que sus integrantes están afligiendo, desde dentro y fuera de la legalidad, a la Comunidad Valenciana. También es pertinente si recordamos las treguas terroristas solicitadas y concedidas por unos y otros.
 
Cuando Carod Rovira pide por escrito a ETA que se sitúe “ante el mapa antes de perpetrar contra España” y que recuerde que “Cataluña no es España”, cabe preguntarse qué entienden por “Cataluña”, tanto el socio de ZP como sus interlocutores terroristas.
 
Si, tanto para ETA como para el socio independentista de ZP, la Comunidad Valenciana forma parte de esa fantasmagórica invención del expansionismo nacionalista conocida como los “països catalans”, a la vista está que, para esta ocasión, la tregua etarra no afecta al sur de Tarragona. A lo mejor es que en la Comunidad Valenciana, al no haber un movimiento independentista, no hay riesgos de que quede malparado electoralmente por las acciones terroristas, tal y como sí ocurre -y así se lo hacía ver Carod Rovira a ETA- en el caso catalán.
 
La Comunidad Valenciana es una claro mal ejemplo para los nacionalistas. Se trata de una comunidad periférica y abierta que no ha caído en la empobrecedora tentación del nacionalismo y que, por el contrario, se ha convertido en uno de los motores más dinámicos y prósperos de España. Razón como para que Carod Rovira le niegue desde el agua hasta su identidad lingüística, mientras ETA la escoja como lugar preferido para mantener la presión negociadora frente al Gobierno de ZP. Al fin y al cabo, unos en Perpiñán y otros en Madrid y Barcelona, el gobierno y ETA se apoyan políticamente en los independentistas. Y así nos va a todos los españoles.

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