Ignacio Villa
Pues Felipe vive en Somosaguas
Esto comienza a dar miedo. Del control social hemos pasado al control de los medios de comunicación para terminar controlando también el voto
Ha pasado lo que tenía que pasar. A nadie puede sorprender la actitud sectaria, mediocre y rastrera con que el presidente Zapatero ha celebrado los resultados del Referéndum sobre el Tratado Constitucional. Era el guión esperado, y lo ha cumplido escrupulosamente. Dos horas y veinte minutos fueron suficientes para que el presidente del Gobierno se pusiera las medallas del resultado de las urnas.
En una intervención institucional, Zapatero hizo pública la radiografía de su forma de entender la política. Primero dice que la consulta del 20 de febrero era un reto personal; con esa afirmación el Jefe del Ejecutivo reconocía sin ambages que había convocado un plebiscito sobre su gestión política. Después pasa de puntillas sobre la actitud mantenida por sus socios parlamentarios: "no hay perdedores", añade, para luego soltar a sus "perros furiosos" contra el Partido Popular. Zapatero, que no quiso hacer ninguna mención de agradecimiento al apoyo del PP, ha quitado el bozal a Blanco y Rubalcaba que se han lanzado como furias contra los populares. Y por último el presidente del Gobierno ha ocultado la realidad, detrás del teórico "sí claro" están los registros de participación más bajos de la historia reciente de la democracia.
Esta es en definitiva la realidad política que aparece tras los resultados del 20 de febrero. Como tantas otras veces, pero esta vez a la luz del día, el presidente del Gobierno ha utilizado la artimaña, la mentira y el despiste para hacer política. Eso es lo que hay. Y el Partido Popular debe de darse cuenta de una vez por todas. Si los populares insisten en engañarse y mantienen esa actitud del "centrismo de la nada" es evidente que terminarán arrastrados por la corriente.
Zapatero no es de fiar. La realidad es tozuda. Pretender dibujar otra historia es un grave error que el Partido Popular no se puede permitir. El Referéndum deberá ser una lección aprendida. El PP no puede creer al Gobierno. Y sí lo hace será carne de cañón. Desde luego, visto lo visto, los populares deberían romper el llamado "pacto constitucional" que no es más que otra engañifa de Zapatero. Pensar que de ese acuerdo Zapatero-Rajoy va a salir algo bueno es estar fuera de la realidad porque el Gobierno miente y con esas reglas es difícil actuar correctamente.
Y mientras Zapatero se refugia en la mentira. Blanco y Rubalcaba se dedican a rastrear barrio a barrio, para ver qué se vota y cómo se vota. Esto comienza a dar miedo. Del control social hemos pasado al control de los medios de comunicación para terminar controlando también el voto. El PSOE, en una actitud sin precedentes, se dedica a acusar a los ciudadanos de votar una opción determinada. Desde luego o estos dos "elementos" de la política rectifican o votar diferente al Gobierno se va a convertir en un peligro real. Y además, por lo que parece, el barrio donde uno vive es determinante para el voto. Pues, que no se olviden, que Felipe González vive en Somosaguas. Que me lo expliquen.
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