José Carlos Rodríguez
El rathergate y el periodismo disperso
Un periodismo disperso que puede aportar todo lo que queda desatendido por las redacciones y que no permitirá que una manipulación tan burda como los falsos documentos que incriminaban a George W. Bush llegue muy lejos
Las pasadas elecciones en los Estados Unidos han sido extraordinarias en varios ámbitos. Uno de ellos ha sido el del periodismo por un caso que pasará a la historia de la profesión, por motivos vergonzosos y heroicos: el rathergate. Dan Rather, de la CBS, sacó a la luz unos falsos documentos que acusaban a George W. Bush de alterar su expediente para entrar en la Guardia Nacional Aérea de Tejas. A raíz del escándalo la cadena nombró una comisión independiente, que acaba de cerrar la redacción de un informe que se plantea cómo es posible que el proceso de control de la información haya podido fallar tan estrepitosamente.
El informe es ciertamente duro, especialmente cuando juzga la enconada resistencia de la cadena a reconocer la falsedad de la información, cuando ésta era más que notoria. Pero no va lo suficientemente lejos. Una de las principales conclusiones es que la comisión que lo ha elaborado “no encuentra bases suficientes para acusar a quienes investigaron, produjeron, aprobaron o emitieron la información de tener un sesgo político”, cuando éste es evidente y el propio informe recoge datos que así lo indican de forma clara. Por ejemplo se consultó a varios grafólogos y expertos, y los periodistas “malinterpretaron” sus advertencias. Una de las autentificaciones de los documentos a que daban más reputación es a su autentificación por el superior del coronel que elaboró los informes (quien había muerto hacía años). Lo único que hizo este militar es dar el visto bueno después de que se los leyeran por teléfono. La productora de Dan Rather, Mary Mapes, supo en el curso de sus investigaciones que Bush entró en la Guardia Nacional de Tejas sin influencia externa alguna, que no había lista de espera de pilotos para entrar en el cuerpo o que él se presentó voluntario para participar en la guerra de Vietnam, nada de lo cual tuvo en cuenta. Sus correos electrónicos muestran un claro sesgo contrario al Presidente, que se manifestaba en verdadero entusiasmo por la información que tenía entre manos. Los familiares del difunto coronel Killian, a quien se atribuían los informes, advirtieron a los periodistas de la cadena que ese no era el estilo del militar, y que éste siempre tuvo una buena opinión de George W. Bush. Dan Rather se saltó todas las alarmas, desoyó cualquier advertencia, y salió adelante con el caso contra cualquier otra consideración. Y lo hizo por el más acendrado y decidido partidismo.
Hay otro sucio aspecto del rathergate sobre el que la comisión de la CBS pasa muy de puntillas, y es la colusión con el partido demócrata. Mary Mapes mantuvo varias conversaciones con responsables de la campaña demócrata, entre ellos el estratega de la misma, Joe Lockhart. Le advirtió de lo que tenían entre manos y le sugirió que se pusiera en contacto con la fuente de Mapes y Rather, Bill Burkett. Y no se puede considerar como mera coincidencia que al día siguiente de que Dan Rather sacara los documentos a la luz los demócratas sacaran una campaña en televisión con el mismo asunto. No obstante, pese a sus evidentes faltas, el informe es muy bueno, está convenientemente documentado y da cuenta de la falta de profesionalidad de parte de su plantilla. Como consecuencia del mismo, la cadena ha despedido a cuatro periodistas, entre los que está Mary Mapes. Dan Rather se irá en breve, como ya había anunciado.
Pero la principal conclusión de todo el asunto no puede tratarla el informe de la CBS, y es que el periodismo ha cambiado. Los medios no están solos y han encontrado en internet su mayor aliado, pero su mayor control. Resulta apasionante comprobar cómo la dispersa comunidad de las bitácoras desveló la falsedad de las supuestas pruebas. El rathergate ha demostrado que si los medios de comunicación caen en manipular la información, obtendrán una respuesta muy rápida y efectiva, porque miles de ciudadanos convierten la noticia en una conversación muy exigente, y a muchas voces. En España el diario El País, por un asunto de otra índole, pudo comprobar el poder de la blogosfera, que echó abajo su ominosa campaña publicitaria que utilizaba el perfil herido de Nueva York, con las torres gemelas abatidas por los aviones estrellados por los terroristas. El asunto fue dado a conocer por Arcadi Espada y se propagó por la blogosfera española, e incluso internacional por medio de Barcepundit en inglés. Dejando a un lado el diferente comportamiento de un medio y otro, lo importante es la constatación de que también en España los medios tienen multitud de vigilantes. Un periodismo disperso que puede aportar todo lo que queda desatendido por las redacciones y que no permitirá que una manipulación tan burda como los falsos documentos que incriminaban a George W. Bush llegue muy lejos.
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