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Rubén Osuna

¿Turquía en la Unión Europea?

Abriendo negociaciones la Unión se ha metido en un huerto del que no le va a ser fácil ni barato salir.

La Unión Europea abrirá negociaciones con Turquía para su ingreso como miembro de pleno derecho en un futuro cercano. Por un lado Turquía, o una parte de ella, siempre ha querido acercarse a Europa. Pero esa parte es mínima, si bien incluye al núcleo dirigente del país. Durante casi todo el siglo XX una oligarquía militar ha impuesto y sostenido un estado laico, pero está por ver que sean capaces de mantener entera esa cáscara mucho más tiempo. Lo que se esconde debajo es un país musulmán con más de 70 millones de habitantes, nada menos. Si una pequeña fracción islámica de ese número dispersa por Europa ha generado problemas de todo tipo en los países de acogida no quiero ni pensar cómo le sentaría a la Unión una dosis varias veces mayor.
 
La Unión Europea exige a Turquía un estado democrático de corte occidental como condición necesaria para el ingreso como socio. Así pues, Turquía debe pasar de ser un estado laico controlado por el ejército a una democracia laica. No hay casos conocidos de países de mayoría musulmana donde la democracia liberal occidental haya tenido éxito, diga lo que diga Fukuyama. Los mismos que consideran ilusorio tratar de levantar algo remotamente parecido a una democracia en Irak esperan de Turquía un proceso de transformación de ese tipo (también Irak fue hasta hace poco una dictadura militar laica en un país de mayoría musulmana). Esta Europa desorientada y suicida se ha decidido a meter en casa dentro de pocos años a un simulacro de democracia a medio cocer que puede explotarnos dentro. El editorial del diario El Mundo del sábado 18 de diciembre resumió perfectamente la situación.
 
Es difícil dar ya marcha atrás. A lo sumo se podrá dilatar el proceso. Abriendo negociaciones la Unión se ha metido en un huerto del que no le va a ser fácil ni barato salir. Hasta ahora era Turquía la que debía apostar por eso que dicen que es su anhelo. Pero a partir de ahora la apuesta la hacemos nosotros, asumiendo el riesgo.
 
Además de un problema de identidad, como demuestra ese Tratado Internacional que tratan de hacer pasar por Constitución, hay un problema de errores sistemáticos de cálculo que acabarán pagándose. Es difícil saber lo que es Europa o lo que puede llegar a ser, pero es mucho más fácil saber lo que no es. Europa no es Asia, Europa no es el Islam. La integración se hace más difícil conforme la Unión crece y aumenta su diversidad, pero la inclusión de elementos que siempre han ayudado a definir los límites por contraste equivale a disolución. Es el principio del fin.

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