Carlos Vidal Prado
Todos son "presos" en Cuba
siguen siendo presos, pero en lugar de estar en la cárcel están vigilados en sus casas. Y, recordémoslo, su único delito ha sido escribir, hablar, organizar actividades culturales y docentes al margen de las que organiza el sistema comunista cubano
Se ha hablado mucho en los últimos tiempos, por parte del Gobierno español y del PSOE, de los gestos de buena voluntad de Fidel Castro, por “liberar” a siete de los 75 presos detenidos en la primavera de 2003. Quizá no se han estudiado bien la legislación cubana, como tampoco parecen haber estudiado la Posición Común Europea, fruto del consenso entre todos los Estados y que se mantiene desde hace más de ocho años.
Hay que partir de la base de que la Constitución y las leyes en Cuba no están para cumplirse, como ocurre en cualquier Estado de Derecho. Aquello no es un Estado de Derecho, ni por supuesto democrático. Lo que diga una Ley en Cuba es sólo una especie de situación ideal que difícilmente se cumple en la realidad. A estos presos supuestamente liberados, en realidad, se les ha concedido una "licencia extrapenal". Este "novedoso" concepto jurídico es como una espada de Damocles que puede caer en cualquier momento sobre los presos. No supone, en ningún caso, una liberación de los presos, como parece querer sugerir el Gobierno español.
El artículo 31.2 del Código Penal cubano dice que "el tribunal sancionador puede conceder a los sancionados a privación de libertad, por causas justificadas y previa solicitud, licencia extrapenal durante el tiempo que se considere necesario. También puede concederla el Ministro del Interior, por motivos extraordinarios, comunicándolo al Presidente del Tribunal Supremo Popular". Como puede verse, es una licencia temporal, que en cualquier momento puede ser revocada. Es decir, siguen siendo presos, pero en lugar de estar en la cárcel están vigilados en sus casas. Y, recordémoslo, su único delito ha sido escribir, hablar, organizar actividades culturales y docentes al margen de las que organiza el sistema comunista cubano.
A mayor abundamiento, su condición de personas privadas de libertad viene demostrada por el hecho de que el propio artículo 31, en su apartado 4, establece (¡sólo faltaría!) que "el tiempo de las licencias extrapenales y de los permisos de salida del establecimiento penitenciario se abonan al término de duración de la sanción privativa de libertad, siempre que el sancionado, en el disfrute de la licencia o del permiso, haya observado buena conducta". Ello quiere decir que, en este momento, siguen cumpliendo condena, aunque sea de otra manera. Ya sé que, en realidad, es todo el pueblo cubano el que está cumpliendo condena, el que está preso de una dictadura, pero éstos de los que ahora hablamos son los que más lo sufren en sus carnes. Fidel ha “liberado” a siete cubanos no para mostrar un gesto de buena voluntad. Lo ha hecho porque casi todos están enfermos, en condiciones de salud muy precarias, y pueden morir en cualquier momento. Lo que no quiere es que se mueran en sus cárceles, porque la respuesta internacional se intensificaría.
Mientras los políticos españoles se enzarzan en sus batallas internas, siete cubanos siguen presos vigilados en sus casas, y varios centenares más están pudriéndose en las cárceles de aquella querida isla. Raúl Rivero es su abanderado, pero detrás hay otros muchos, más o menos conocidos, anónimos algunos de ellos, pero que merecen el mismo apoyo internacional para que se logre su liberación inmediata.
Carlos Vidal Prado es profesor titular de Derecho Constitucional en la UNED
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