EDITORIAL
Las sardinas en el monte, la pluralidad en RTVE
Hace escasamente un mes, la nueva directora de RTVE, Carmen Caffarel, se descolgó con unas declaraciones en las que reclamaba premura a la hora de cambiar el Consejo de Administración. Su argumento era que no representaba "la realidad de la sociedad española tras las elecciones”. Además, quitaba gravedad a los “condicionamientos políticos” sobre el Ente afirmando que "si existen, están legitimados por las urnas".
Una cosa es tergiversar un hecho, minimizarlo o tratar de justificarlo con injustificables argumentos, como Caffarel hizo respecto al descarado sectarismo anti-PP que impera en los informativos del ente público desde la llegada de ZP al Gobierno. Pero el colmo de la manipulación es defender una práctica invocando precisamente lo contrario de lo que ella significa. A ese nivel de tomadura de pelo orwelliana ha llegado el nuevo director de los servicios informativos, Fran Llorente, que, a sólo dos días de protagonizar un nuevo capítulo en la depuración de profesionales del ente, aún ha tenido la desfachatez de defender este miércoles una televisión pública “plural” que garantice un tiempo de emisión a “la diversidad ideológica”. Y eso nos lo dice a menos de 48 horas de haber despedido a todo el equipo de "Los Desayunos de TVE" que dirigía Luis Mariñas...
Habría también que recordar el fulminante cese del “Tercer Grado” de Carlos Dávila, la expulsión de los tertulianos de Radio Nacional o ver el próximo informativo en una de las cadenas de la radio o televisión pública para constatar que lo único que está abierto a la “diversidad” en RTVE desde la llegada de ZP al Gobierno son las formas en que se puede silenciar, denigrar o dejar en mal lugar al discurso del PP. Durante el poco tiempo que Llorente lleva en el cargo, la “renovada, diversa y plural” oferta de los servicios informativos de TVE ha perdido en conjunto 1,7 millones de telespectadores y, lo que es más significativo, ha cedido el liderazgo, largo tiempo mantenido, a Antena 3 TV. Pero bueno, si se pierde audiencia, se invocan las urnas y, si no, se recurre al fisco, que en esto también es muy “plural” la forma que tienen en el ente público de tomar el pelo al televidente, al votante y al contribuyente.
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