Pablo Molina
Ni Irak es Vietnam, ni Bush es Lyndon Johnson
Tras la última escalada de violencia en Irak, provocada por radicales chiíes y terroristas de la ciudad de Faluya en la zona que se conoce como “triángulo suní”, algunas voces en los Estados Unidos empiezan a comparar esta oleada con la ofensiva Tet, que marcó el punto de inflexión de la rendición norteamericana en la guerra de Vietnam. Irak es el Vietnam de Bush, afirman por ejemplo los senadores Robert Byrd y Ted Kennedy. John Kerry, en cambio, es más sutil, y haciendo gala de sus típicos flip-flops mentales se ha referido a este asunto diciendo en un famoso programa de radio que “esto no es Vietnam todavía, y no tiene por qué ser como Vietman. Aunque debería decir que por la forma en que la administración Bush está actuando, parece ciertamente determinada a llevarnos en esa dirección. Pero no tiene por qué ser así.” No, el tipo no es exactamente Sir Winston Churchill; pero al margen de la permanente indefinición moral que caracteriza a los representantes de la izquierda, también en Norteamérica, hay algunas cuestiones que demuestran la falacia de comparar guerra de Vietnam con la situación actual de Irak.
Sowell lo deja bien claro en esta columna, en la que refiriéndose a la actual oleada terrorista en Iraq explica: “Para aquellos lo suficientemente mayores para recordar la guerra de Vietnam, esta es otra versión de la ofensiva Tet comunista, que marcó el punto de inflexión en esa guerra. Durante el periodo festivo conocido en Vietnam como Tet, los comunistas lanzaron ataques espectaculares en Vietnam del Sur, cogiendo por sorpresa a las fuerzas americanas y survietnamitas e impresionando vivamente a la opinión pública norteamericana. La administración de Lyndon Johnson había pintado durante años un cuadro de la guerra tan optimista, que muchos americanos quedaron en estado de shock al ver que los comunistas seguían siendo lo suficientemente fuertes para lanzar unos ataques tan coordinados y extendidos. La Ofensiva Tet fue un golpe tan fuerte para la credibilidad de la administración en pleno año electoral, que el Presidente Johnson anunció que no se presentaría a la reelección.
El apoyo a la guerra se erosionó y las peticiones para que saliéramos de allí alcanzaron su cenit. La ironía en todo esto es que los insurgentes comunistas fueron golpeados decisivamente durante la Ofensiva Tet. Pero lo que los comunistas perdieron en los campos de batalla de Vietnam, lo ganaron en los medios de comunicación norteamericanos y en la opinión pública moldeada por esos mismos medios.
Años más tarde, después de que los comunistas estuvieran firmemente asentados en el poder en Vietnam, admitieron que la Ofensiva Tet fue un desastre militar para ellos. En una entrevista para el Wall Street Journal, en 1995, un oficial comunista declaró con toda sinceridad que la clave para su victoria fue el frente interno norteamericano, y que ellos se animaban a luchar al ver las demostraciones contra la guerra en los Estados Unidos. (…), Vietnam proporcionó a nuestros enemigos una fórmula con la que derrotar a los americanos políticamente en casa cuando no puedan hacerlo en el campo de batalla. Los terroristas iraquíes ya están diciendo que ellos quieren crear otro Vietnam.
Sowell, por otra parte, destaca una diferencia sustancial entre la política de Bush y la que en su día llevó a los Estados Unidos al fracaso en Vietnam: “Ante todo, la administración Bush nunca ha intentado decirnos que la guerra contra el terrorismo sería fácil o rápida. Al contrario, el Presidente anunció ya en 2001 que la guerra contra el terrorismo iba a ser una guerra larga y dura”.
En su discurso del miércoles pasado, el Presidente Bush confirmó todo lo anterior afirmando entre otras cosas que “la violencia que estamos viendo en Irak nos resulta familiar. El terrorista que coge rehenes o coloca bombas al borde de las carreteras de acceso a Bagdad, está sirviendo a la misma ideología criminal que asesina a personas inocentes en los trenes de Madrid, asesina a niños en los autobuses de Jerusalén, revienta salas de fiesta en Bali o corta la garganta a un joven reportero por ser judío”. Y respecto a la comparación con Vietnam, Bush añadió: “Yo creo que la analogía es falsa. Y pienso también que esa comparación envía el mensaje equivocado a nuestras tropas y también a nuestros enemigos. Miren, este es un trabajo duro. Cuesta mucho hacer avanzar la libertad en un país que ha estado estrangulado por una tiranía. Y debemos seguir este rumbo, porque el resultado final es en el interés de nuestra nación.
Son palabras similares a las que en su día pronunciaron algunos presidentes demócratas. Franklin D. Roosvelt, Harry S. Truman y John F. Kennedy lo hicieron cuando las circunstancias así lo exigieron. Jimmy Carter o Bill Clinton jamás se atrevieron a decir —no digamos ya a hacer— nada siquiera parecido. Kerry sigue la estela de estos últimos, y además, ironías de la Historia, jaleado por el hermano díscolo de JFK.
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