Daniel Rodríguez Herrera
Quake prohibido
La primera impresión al leer la parte del programa de Izquierda Unida referida a nuevas tecnologías se acerca a la esquizofrenia. Por un lado muestran una preocupación por los derechos civiles ausente en otros partidos, clamando por el desmantelamiento de las instalaciones de Echelon en España y puntualizando que el DNI electrónico no debería afectar a la intimidad, pero al mismo tiempo anuncian que prohibirán la comercialización de juegos violentos, racistas o sexistas. De donde se deduce que hay que proteger la libertad pero sólo cuando se utilice para aquellas cosas que cuenten con su aprobación.
No obstante, eso no implica que me desagrade su propuesta de fomento del uso del software libre en la administración. Propone que se use de forma preferente, modificando la Ley de Contratos del Estado para imponer la obligación de la entrega del código fuente de los programas que se compren. Cabría objetar que, aún siendo considerables las ventajas del código abierto, es posible que en determinados campos las aplicaciones cerradas sean muy superiores o, incluso, imprescindibles. La posibilidad de disponer del código fuente debería ser un plus a la hora de evaluar una posible adquisición.
También es interesante observar el desprecio –por otro lado clásico en un partido comunista– de las leyes económicas a la hora de hacer propuestas. Por un lado, aseguran que bajarán el precio de las líneas ADSL y por otro que obligarán a los proveedores de acceso a incluir, en sus ofertas de conexión, aplicaciones de seguridad como antivirus, cortafuegos o filtros para que los niños no accedan a contenidos inadecuados (que, vistas sus propuestas, quizás sean páginas con comentarios y trucos de videojuegos). De modo que impondrán por ley y a la vez una disminución del precio de un bien y un aumento de calidad del mismo. No hace falta ser Friedman para darse cuenta de que la consecuencia inmediata será una disminución de cualquier otro parámetro de calidad con el que las empresas puedan compensar ambas cosas. No sé. La velocidad real y efectiva. Los cortes en el servicio. Detalluelos de ese tipo.
Además, castigan al individuo obligándole a pagar por unas medidas de protección que quizá no quiera o que puede que se procure por otros medios. Pero ya se sabe que no gobiernan para todos, de modo que los que utilicen el sistema operativo libre Linux –para el que no hay casi virus y viene con cortafuegos incorporado y gratuito– se verán obligados a pagarles el antivirus a los demás. Lo siento por ellos.
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