El género neutro
Recibo un correo de un lector avisado (Gregorio González) con la sugerencia de que comente el declinar del neutro. Tiene razón. Tanto hablar de la violencia de género o de la discriminación de género, se nos olvida que está por ahí el extraño caso del género neutro. Por lo general, sirve para dar un aire de misterio y de merecida solemnidad a alguna idea. Ramón Gómez de la Serna escribió un audaz ensayo sobre “lo cursi”. Jorge Simmel incitó la curiosidad sobre “lo femenino”. Para indicar que a una persona le interesan muchas cosas, decimos que se apresta a desvelar “lo divino y humano”. Como puede verse, el “lo” va siempre con un adjetivo, al que le confiere un cierto carácter abstracto. Al decir “lo bueno que tiene…” tratamos de generalizar las cosas buenas que despliega el objeto mencionado. Pero tiene razón mi comunicante. Estamos ante una notoria decadencia de “lo neutro”. Es una lástima que perdamos esa oportunidad para ser misteriosamente ambiguos.
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