Falsedades en torno a una catástrofe
El turbio victimismo sembrado por los políticos, en especial los bloquistas, en Galicia, y por los nacionalistas en Vascongadas y Cataluña, así como las ongas y buena parte de la prensa, ha creado una cierta histeria que, como todas las histerias, sólo puede agravar el mal, y crear ideas falsas.
1.- Es la mayor catástrofe de la historia, han llegado a decir incluso en el Gobierno. Nada de eso. En España ha habido terremotos e inundaciones que se han llevado por delante cientos de vidas humanas, aparte de arrasar comarcas enteras, sin contar epidemias como la gripe posterior a 1918, que segó más vidas que la guerra civil. En Galicia, afortunadamente, no ha habido muertos, ni es probable que los haya por esta catástrofe; y las cuantiosas pérdidas económicas, aunque ocasionen estrecheces, no traerán consigo el hambre y la miseria, como en otras épocas.
2.- La costa gallega no se recuperará en diez años, o incluso jamás. Esto lo pregonan los bloquistas y las ongas especialmente. Ciertamente, da escalofríos ver el estropicio en una de las costas más bellas y productivas de España, pero las experiencias de Alaska y el Golfo Pérsico, tanto o más castigadas que Galicia por sucesos semejantes, muestran que en tres o cuatro años se regeneraron casi del todo. Si se aplica un trabajo intenso de limpieza, esos plazos podrían incluso acortarse.
3.- El suceso demuestra el abandono de Galicia por parte de la administración central, gimotean los bloquistas y compañía, llamando a la gente a rebelarse contra la “colonización” (sí, dicen que Galicia es una colonia, y sólo eso ya los coloca en su nivel intelectual), y amenazando con muertos si iba allí Aznar (ya se ha visto: mil gritones). ¡Qué habría hecho esa gente, si fuera la que mandase! Cierto que el Gobierno ha cometido bastantes errores, pero, al cargar contra él, los acusadores olvidan a los auténticos causantes de la catástrofe, desde la mafia rusa a los intereses gibraltareños, que sólo pueden agradecer el borroso tercer o cuarto plano en que les dejan esos talentos. En vez de ayudar a resolver los problemas, ayudan a la marea negra del Prestige con su propia marea amarillenta de bilis, sin aportar nada positivo. Las ayudas de todo tipo, en especial las que van a paliar el golpe económico, vienen de otros partidos y del resto de España, sobre todo de su administración central.
La oposición está obligada a denunciar los errores del Gobierno. Pero esa denuncia no debe convertirse en una orgía de falsificaciones y sensiblería rencorosa –es increíble la cantidad de embustes que hacen circular por todos los medios, desde Internet al rumor de boca a oído. Cuando esto ocurre, como ahora, la denuncia debe ser denunciada a su vez, y con la mayor energía. Es decir, si no queremos que la política tome un aire “latinoamericano”, algo al estilo de Argentina.
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