LD (EFE) El primer ministro islandés, el conservador Geir H. Haarde, ha anunciado este lunes su dimisión y la de su Gobierno en bloque tras romperse la coalición formada entre conservadores y socialdemócratas por desacuerdos internos.
Haarde ha resaltado que su intención era continuar en el poder, pero que se vio forzado a la dimisión por sus socios socialdemócratas. Islandia, uno de los países más afectados por la crisis económica mundial y que ha estado al borde del colapso, ha vivido una intensa semana de protestas contra el Gobierno de coalición entre el Partido de la Independencia y la Alianza socialdemócrata, salido de las elecciones de mayo de 2007.
La dimisión del Gobierno llega un día después de la del ministro de Asuntos Económicos, Björgvin Sigurdsson, y de la dirección de la Autoridad Supervisora de Finanzas, y tres del anuncio de elecciones anticipadas para el próximo 9 de mayo hecho por el propio Haarde, que no se presentará por sufrir un tumor maligno.
La líder socialdemócrata y ministra de Asuntos Exteriores, Ingibjörg Gisladóttir, había exigido previamente a Haarde como condición para mantener la coalición hasta los comicios que ella fuera la nueva primer ministra y la dimisión de la dirección del Banco Central, según informaron hoy medios islandeses.
"Lamento de verdad que no hayamos podido continuar con esta coalición. Creo que hubiera sido lo mejor", declaró hoy a la salida del Parlamento en Reikiavik Haarde, que presentará a lo largo del día su solicitud de dimisión al presidente, Olafur Ragnar Grimson.
La dimisión del Gobierno islandés, el primero en retirarse a causa de la crisis económica mundial, era esperada después de los acontecimientos de los últimos días, con las protestas más duras que se recuerdan en el país desde hace más de medio siglo.
Kristjan Kristjansson, portavoz de Haarde, ya había reconocido este domingo que era "incierto" que el Gobierno se mantuviera en el poder hasta la celebración de las elecciones, en contra de lo que el propio primer ministro había asegurado apenas dos días antes.
Las protestas contra las autoridades se han sucedido en Reikiavik desde el estallido de la crisis el pasado octubre, pero se han intensificado esta última semana, con enfrentamientos entre la policía y los manifestantes, desconocidos en un país sin ejército y con índices de delincuencia mínimos.
Aunque los primeros visos de crisis económica surgieron en la primavera de 2008, no fue hasta octubre que golpeó contundentemente a Islandia, cuyo sector financiero en conjunto era nueve veces el PIB nacional.
En apenas unos días se hundieron los tres principales bancos del país, que representaban un 85 del sector bancario y habían mantenido una agresiva política de préstamos en el extranjero para financiar sus aventuras expansionistas en Gran Bretaña y Escandinavia.
El Gobierno nacionalizó la banca en una situación caótica, con la inflación disparada y la moneda devaluada, en un país que hace un año encabezaba la lista de los más desarrollados de la ONU y que ahora ha duplicado su tasa de paro hasta casi el 5 por ciento. El FMI concedió en noviembre pasado un préstamo de 2.100 millones de dólares a Islandia, cuyo Gobierno se comprometió a poner en marcha un programa de austeridad.
Islandia, país de algo más de 310.000 habitantes, también ha recibido un préstamo de 3.000 millones de dólares de Dinamarca, Suecia, Noruega, Finlandia, Rusia y Polonia. Según una encuesta reciente, el opositor Movimiento de Izquierda Verde ganaría las elecciones con el 28,5 por ciento, el doble que en mayo de 2007, mientras que el Partido de la Independencia y la Alianza quedarían por detrás, con pérdidas de 12 y 10 puntos porcentuales, respectivamente.