L D (EFE) "La Casa Blanca miente. La Casa Blanca miente, mientras los iraquíes no dicen mentiras", dijo Sadam poco después de que se reanudara hoy la sexta vista, interrumpida el miércoles por el juez Rizgar Amín tras ocho intensas horas.
El ex dictador insistió en la denuncia de que ha sido golpeado y añadió que tres equipos médicos constataron sus heridas, visibles en su cuerpo durante ocho meses. "La Casa Blanca también mentía cuando decía que Sadam Husein tenía armas químicas y animaba el terrorismo, y después se comprobó que no era cierto", señaló. "El –dijo, en aparente alusión al presidente de EEUU, George W. Bush–, es el mentiroso número uno".
Minutos antes, el primero de los testigos del día, que habló protegido por una cortina, había acusado a la Policía del depuesto régimen de haber ejecutado a su padre y a sus tíos tras el intento fallido de asesinato del déspota en Dujail. El hombre, que no fue identificado y contaba con ocho años cuando acaecieron los sucesos, señaló que había sido su abuela la que le informó de las torturas que sufrieron los hombres de su familia.
La defensa aprovechó la debilidad del testimonio para desacreditar una vez más a los testigos y poner en duda si éste podía ser aceptado bajo la ley iraquí. "El testimonio de un menor puede ser investigado por la fiscalía, pero no puede considerarse prueba legal según la Ley Criminal iraquí", puntualizó después el propio Sadam.
El dictador aprovechó el nuevo uso de la palabra para defender los 24 años de su régimen y subrayó que durante el mismo cualquiera tenía el derecho a protestar contra la acción del Gobierno, incluso contra su familia y sus hijos. "Hubo gente que se quejó de la actitud de los hijos de Sadam, que fueron encarcelados por orden de Sadam", señaló.
Pero quien volvió a poner en un brete al tribunal y en solfa la legitimidad del proceso fue su hemanastro, Barzan al Tikriti, quien amenazó con la retirada de todos los encausados si la edición sigue cortando la voz durante la intervención de algunos de ellos. El proceso es emitido en diferido –con media hora de retardo– por una empresa contratada por Estados Unidos, que en ocasiones apaga el sonido. "Juro ante Dios, que si el tribunal prosigue con esa conducta, los encausados no asistiremos a las próximas sesiones", advirtió Barzan.
El fiscal general, Yafar Musavi, justificó que la medida trataba de evitar las palabras malsonantes, excusa que el hermanastro del dictador se negó a aceptar. "Permitid que la gente y la opinión pública juzguen si nosotros o ellos mienten", contestó.
Recuperada la palabra, Barzan, jefe de los temidos servicios secretos durante la dictadura, se mostró orgulloso de su pertenencia al desmantelado partido Baaz y acusó a la formación chií Ad Dawa, del actual primer ministro Ibrahim al Yafari, de orquestar el atentado fallido contra Sadam. Tras la agria disputa entre acusadores y acusados, se escuchó el testimonio del segundo testigo, quien con la voz distorsionada y también oculto, denunció la muerte de numerosos niños torturados junto a sus madres en la cárcel de Abu Gharib tras los sucesos de Dujail.
Barzan respondió que él mismo sufrió la tortura cuando fue capturado en abril de 2003, y el juez autorizó que sea reconocido por un médico ante su insistente reclamación de que está enfermo. Está previsto que el juicio se aplace hasta el próximo mes de enero.
El ex dictador insistió en la denuncia de que ha sido golpeado y añadió que tres equipos médicos constataron sus heridas, visibles en su cuerpo durante ocho meses. "La Casa Blanca también mentía cuando decía que Sadam Husein tenía armas químicas y animaba el terrorismo, y después se comprobó que no era cierto", señaló. "El –dijo, en aparente alusión al presidente de EEUU, George W. Bush–, es el mentiroso número uno".
Minutos antes, el primero de los testigos del día, que habló protegido por una cortina, había acusado a la Policía del depuesto régimen de haber ejecutado a su padre y a sus tíos tras el intento fallido de asesinato del déspota en Dujail. El hombre, que no fue identificado y contaba con ocho años cuando acaecieron los sucesos, señaló que había sido su abuela la que le informó de las torturas que sufrieron los hombres de su familia.
La defensa aprovechó la debilidad del testimonio para desacreditar una vez más a los testigos y poner en duda si éste podía ser aceptado bajo la ley iraquí. "El testimonio de un menor puede ser investigado por la fiscalía, pero no puede considerarse prueba legal según la Ley Criminal iraquí", puntualizó después el propio Sadam.
El dictador aprovechó el nuevo uso de la palabra para defender los 24 años de su régimen y subrayó que durante el mismo cualquiera tenía el derecho a protestar contra la acción del Gobierno, incluso contra su familia y sus hijos. "Hubo gente que se quejó de la actitud de los hijos de Sadam, que fueron encarcelados por orden de Sadam", señaló.
Pero quien volvió a poner en un brete al tribunal y en solfa la legitimidad del proceso fue su hemanastro, Barzan al Tikriti, quien amenazó con la retirada de todos los encausados si la edición sigue cortando la voz durante la intervención de algunos de ellos. El proceso es emitido en diferido –con media hora de retardo– por una empresa contratada por Estados Unidos, que en ocasiones apaga el sonido. "Juro ante Dios, que si el tribunal prosigue con esa conducta, los encausados no asistiremos a las próximas sesiones", advirtió Barzan.
El fiscal general, Yafar Musavi, justificó que la medida trataba de evitar las palabras malsonantes, excusa que el hermanastro del dictador se negó a aceptar. "Permitid que la gente y la opinión pública juzguen si nosotros o ellos mienten", contestó.
Recuperada la palabra, Barzan, jefe de los temidos servicios secretos durante la dictadura, se mostró orgulloso de su pertenencia al desmantelado partido Baaz y acusó a la formación chií Ad Dawa, del actual primer ministro Ibrahim al Yafari, de orquestar el atentado fallido contra Sadam. Tras la agria disputa entre acusadores y acusados, se escuchó el testimonio del segundo testigo, quien con la voz distorsionada y también oculto, denunció la muerte de numerosos niños torturados junto a sus madres en la cárcel de Abu Gharib tras los sucesos de Dujail.
Barzan respondió que él mismo sufrió la tortura cuando fue capturado en abril de 2003, y el juez autorizó que sea reconocido por un médico ante su insistente reclamación de que está enfermo. Está previsto que el juicio se aplace hasta el próximo mes de enero.