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CRÓNICA: La Plaza de San Pedro llena para dar un emocionado adiós a Juan Pablo II

Roma se ha convertido durante unos días no sólo en el centro de la cristiandad, sino prácticamente en el centro del mundo. Ríos de gente formando colas kilométricas, desmayos, lágrimas, velas, bailes, cantos, rosarios... La ciudad eterna se ha volcado con Juan Pablo II. Desde que el pasado jueves por la noche se anunciara que la salud del Papa empeoraba irremisiblemente, no ha parado de llegar gente a la capital italiana para rendirle un último homenaje a Karol Wojtyla.

Roma se ha convertido durante unos días no sólo en el centro de la cristiandad, sino prácticamente en el centro del mundo. Ríos de gente formando colas kilométricas, desmayos, lágrimas, velas, bailes, cantos, rosarios... La ciudad eterna se ha volcado con Juan Pablo II. Desde que el pasado jueves por la noche se anunciara que la salud del Papa empeoraba irremisiblemente, no ha parado de llegar gente a la capital italiana para rendirle un último homenaje a Karol Wojtyla.
(Libertad Digital) Aunque las colas para presentarle los respetos al Pontífice están cerradas desde el miércoles por la noche, los autobuses no han cesado de llegar a Roma. Los jóvenes a los que el Papa dedicó sus últimas palabras han acudido a la llamada. Han pasado la noche repartidos entre Tor Vergata, el campus universitario romano donde se celebró el Jubileo del año 2000, el Circo Máximo y otros puntos. La mayoría de ellos no han podido acercarse a San Pedro para asistir a los funerales. Es el caso de Isabella, que desde debajo de una pantalla gigante en el Circo Máximo  en declaraciones a Libertad Digital comenta, “vinimos aquí ayer por la tarde (el jueves) y no me importa no poder llegar a San Pedro. Aquí el clima es sereno, después de la vigilia de oración de anoche estamos tranquilos”.
 
Los peregrinos no caben en la plaza de San Pedro desde el jueves por la noche, pero aún así algunos valientes se han intentado acercar. Francesco, que ha pasado la noche en una tienda que Protección Civil italiana ha instalado en el Castillo de Sant Angelo, al lado de San Pedro, relata que su teléfono lleva sin cobertura toda la noche. Dice también que antes de perder la cobertura recibió un mensaje avisando de que en Roma no cabía más gente. "¿Cómo voy a faltar a la despedida del Papa? Él ha sido fundamental para mi conversión" declara con una sonrisa. La emoción está a flor de piel y todos los asistentes tienen su propia historia con Juan Pablo II. Giampaolo, un joven napolitano de 27 años cuenta a Libertad Digital que sus padres le pusieron el nombre porque había nacido un mes más tarde de que Wojtyla se sentara en la silla de San Pedro "no podía faltar a la cita. Él será santo". 
 
Protección civil se ha visto obligada a abrir más accesos a la Plaza de San Pedro, porque se han visto desbordados. Los minusválidos y los celebrantes han podido entrar desde las siete de la mañana, y se ha intentado que la llegada de los fieles fuera escalonada. Los voluntarios que formaban una cadena humana declaran que no dan abasto para encauzar el río de peregrinos que se agolpa en la Vía de la Conciliación y que esperan ansiosos los últimos momentos antes del funeral.
 
También en las cercanías del Vaticano se ha vivido una noche emocionante entre rezos de rosarios y cantos, aunque ha habido tiempo para todo. Se pueden oír oraciones en todos los idiomas, pero sobre todo el polaco y el italiano. Las parroquias, las congregaciones y muchos grupos de curiosos han acudido desde todo el globo para rendir el último homenaje al Papa viajero. Pertrechados con cámaras de fotos, los grupos parroquiales no quieren perderse ningún detalle. Saben que este va a ser uno de esos momentos históricos que podrán contar a sus nietos.
 
 
En la plaza de San Pedro
 
Una vez entra en la plaza el ataúd del Pontífice, de madera de ciprés, se hace un silencio sólo roto por los cantos del coro. Respetando la tradición, el coro vaticano sólo está formado por voces masculinas. Sobre el ataúd se coloca un Evangelio abierto cuyas hojas se mueven con el viento, que está también causando problemas a los cardinales. En el Circo Máximo un sentido aplauso se escucha apenas aparece en las pantallas el féretro del Pontífice.
 
Cada vez que hay un respiro en la ceremonia, los jóvenes prorrumpen en gritos de "santo súbito" para canonizar al Pontífice cuanto antes. En la Plaza de San Pedro el movimiento es constante. Una mujer embarazada ha tenido que abandonar el lugar, y un hombre bebido ha sido expulsado por los cuerpos de seguridad por el escándalo que estaba dando.
 
Tanto en la plaza de San Juan de Letrán como en el Circo Máximo se ha repartido la comunión simultáneamente con San Pedro, ya que en ambos lugares se estaba concelebrando la misa. Una vez terminado el reparto de la comunión, los peregrinos han estallado en gritos de "Santo" y "¡Viva el Papa!"
 
Una vez finalizada la ceremonia, los fieles han comenzado a abandonar la plaza de San Pedro a pie, ya que las paradas de metro más cercanas estaban colapsadas, mientras que el tráfico estaba interrumpido.
 
Los servicios de emergencia comentan que desde las 8 de la mañana del viernes hasta el inicio del funeral habían sido atendidas unas 300 personas, haciendo un total de 3.000 intervenciones desde que se inició la marea de peregrinos hacia Roma.

Fuera de San Pedro, la vida en Roma se ha interrumpido. Las oficinas y los colegios permanecen cerrados. Todos los habitantes de la ciudad eterna se han unido al luto por uno de los habitantes más queridos.

Las calles de Roma se han convertido en una prolongación del Vaticano. Creyentes de todo el mundo han seguido emocionados la ceremonia, portando banderas de su lugar de origen, pero tambien pancartas en las que se leía "Santo súbito" ("Santo ya"), "Gracias Papa" y "Nuestro Papa vive". Las banderas más numerosas, sin lugar a dudas, son las blanquirrojas polacas.

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