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Zougam fue condenado con testimonios poco verosímiles y contradictorios

El único condenado por poner una bomba el 11-M lo fue, única y exclusivamente, por la declaración de algunos testigos que dijeron haberle visto pasar por los trenes de la muerte llevando algún tipo de bolsa o mochila.

El único condenado por poner una bomba el 11-M lo fue, única y exclusivamente, por la declaración de algunos testigos que dijeron haberle visto pasar por los trenes de la muerte llevando algún tipo de bolsa o mochila.

L D (Luis del Pino) Pero esos testimonios carecen de la más mínima credibilidad. Para empezar, hasta ocho testigos dijeron haberle visto en tres trenes distintos, lo cual exigiría que Zougam hubiera estado en varios lugares a la vez. La Audiencia Nacional terminó descartando cinco de los testimonios y quedándose con los de tres rumanos que decían haberle visto en el tren de Santa Eugenia.

Uno de esos tres testigos ni siquiera se presentó a declarar en el juicio, a pesar de lo cual la Audiencia Nacional tuvo en cuenta su declaración. Las otras dos rumanas se presentaron a declarar por primera vez tres semanas y un año después del atentado, respectivamente, cuando ya la fotografía de Zougam había sido ampliamente difundida por los medios de comunicación. A las dos se les reconoció la condición de víctima del atentado por "secuelas psicológicas" y se las indemnizó con importantes cantidades, a pesar de que en el vagón en el que viajaban no estalló ninguna bomba.

Además, los tres testigos incurrieron en numerosas contradicciones entre sí y en sus sucesivas declaraciones, habiendo visto a Zougam en dos vagones del tren distintos, portando bultos de diferentes tamaños y colores y vistiendo ropas de diferente color y tipo.

Finalmente, el relato de los hechos que surge de las declaraciones de esos testigos es completamente inverosímil. Si fuera verdad que los tres le habían visto, Zougam tendría que haberse subido con su artefacto explosivo al tren de Santa Eugenia en la estación de Torrejón de Ardoz cuando quedaban sólo quince minutos para que la bomba estallara, momento en que le ve el primero de los testigos. Luego, habría tenido que recorrer el tren hasta el vagón 6, siendo visto por las otras dos rumanas. Posteriormente, tendría que haber vuelto sobre sus pasos hasta el vagón 4 sin que le vieran de nuevo, y tendría que haber depositado su artefacto en ese vagón 4 cuando sólo quedaban cinco minutos para que estallara, antes de bajarse en la estación de Vicálvaro. Nadie colocaría una bomba temporizada con un margen de tiempo tan pequeño para la huida.

Por último, los datos telefónicos demuestran que Zougam estaba en su casa a las 11:26 de la mañana, como él mismo sostiene. En teoría, podría haberse levantado pronto, haber puesto su bomba en el tren de Santa Eugenia y haber vuelto a su casa para hacer esa llamada, antes de irse a trabajar. Pero ese relato tampoco tiene sentido: ¿para qué iba a volver desde la estación de tren a su casa, arriesgándose a que algún vecino le viera regresando a esas horas, en lugar de esperar en algún lugar discreto e irse directamente al trabajo?

Toda la familia de Zougam intentó prestar testimonio repetidas veces durante la instrucción del sumario, para dejar constancia de que éste estaba durmiendo en su domicilio en el momento de producirse el atentado, pero el juez Del Olmo nunca les llamó a declarar.

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