Adiós multitudinario en la capilla ardiente
Zapatero y Rajoy abandonaron minutos después de las ocho de la tarde la capilla ardiente con los restos morales de Eduardo Puelles instalada en la Subdelegación del Gobierno de Vizcaya, en Bilbao. El presidente del Gobierno le impuso la Medalla de Oro al Mérito Policial.
L D (Agencias) Zapatero había llegado cerca de media hora antes a la capilla ardiente, donde concedió a título póstumo al agente asesinado la Medalla de Oro al mérito policial. El jefe de Gobierno acudió acompañado del ministro del Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba, del lehendakari, Patxi López, y el consejero del Interior de Gobierno vasco, Rodolfo Ares.
Pocos minutos después, entró en la capilla ardiente el líder del Partido Popular, Mariano Rajoy, junto con el secretario de Relaciones Internacionales del PP y coordinador de la Presidencia, Jorge Moragas. En el lugar ya se encontraban esperándole el presidente del PP vasco, Antonio Basagoiti, acompañado del portavoz de los populares vascos, Leopoldo Barreda. También asistieron la presidenta del Parlamento vasco, Arantza Quiroga, y la máxima representante de la comisión de derechos humanos del Parlamento vasco, Mari Mar Blanco.
A lo largo de la tarde, pasaron por la capilla ardiente otras personalidades y líderes políticos, como el presidente de Navarra, Miguel Sanz, y los dirigentes del PNV, Iñigo Urkullu, Andoni Ortuzar y Javier Balza, ex consejero del Interior, así como el lehendakari Juan José Ibarretxe, acompañado de su mujer, Begoña Agirre. Asimismo, mandos de la Ertzaintza también se acercaron a decir el último adiós a Puelles.La capilla ardiente con los restos mortales del inspector de la policía nacional Eduardo Puelles se abrió al público a las seis de la tarde en la Subdelegación del Gobierno en Vizcaya, situada en Bilbao, con la presencia de su viuda y uno de sus hijos.
Minutos antes de las cinco de la tarde, el féretro con el cuerpo de la última víctima mortal de ETA entró en la Subdelegación portado por dos ertzainas, dos guardia civiles y cuatro policías nacionales, vestidos de gala. En el interior de la capilla ardiente, se encuentran la viuda del agente asesinado y uno de sus hijos, después de que hayan sido dados de alta del hospital de Basurto, a donde, junto con otro de los hijos, fueron trasladados al sufrir un cuadro de ansiedad tras conocer la muerte de Puelles.
A las seis de la tarde, se abrió al público la capilla ardiente, donde, desde momentos antes, se encontraban el ministro de Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba, el secretario de Estado para la Seguridad, Antonio Camacho, el lehendakari, Patxi López, el consejero de Interior, Rodolfo Ares, el delegado del Gobierno en el País Vasco, Mikel Cabieces, la presidenta del Parlamento vasco, Arantza Quiroga, el obispo de Bilbao, Ricardo Blázquez, y el subdelegado del Gobierno en Vizcaya, Miguel Angel Fernández, entre otros.
A la capilla ardiente, que permanecerá abierta hasta las nueve de esta noche y mañana se volverá a abrir a las nueve de la mañana, están llegando numerosas coronas de flores.
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