El señor Rodiguez Zapatero no hace mas que darle la razón al señor Ratzinger. Adopta decisiones en política económica que agravan la crisis, por tanto la situación económica de cada ciudadano. Corrige esas decisiones porque se lo imponen, y aparece alguna esperanza para que cada uno de los ciudadanos pueda tener alguna posibilidad de generar riqueza, para sí y para los demás. Adopta decisiones para generar enfrentamiento social y reducir el ámbito de las libertades fundamentales y derechos cívicos. El señor Ratzinger le sugiere que es mejor adoptar medidas para mejorar la convivencia y su repuesta es olvidar sus deberes de cortesía y machacar a quienes pretenden reestablecer un mínimo, muy mínimo, marco de libertades y derechos. El señor Rodriguez Zapatero, además de un inútil, sólo corrige cuando alguien con más poder económico y militar se lo ordena, o sea, es un cobarde. ¿se imaginan si ese poder en vez de yankee y europeo, fuese el de su amigo Chávez y similares? Menos mal que ha encontrado como chivo expiatorio a señor Ratzinger que teien protecióndeplomática, sino es capaz de buscar a cualquier otro, por ejemplo a usted que lee este comentario. Vamos, que este presidente de gobierno es una joya de la tolerancia.
te vas a condenar fariseo falso
Curioso, en lugar de hacer campaña contra CIU la hacen contra el PP. Que gane CIU parece que les da igual. Menudo tongo de elecciones...
Pues mire usted, sr.Rodríguez, si se hicieran las leyes que quiere el Papa,(que, por cierto, están hechas desde hace muchos siglos, digamos milenios), España podría ser casi el Paraíso. ¿Se ha parado usted a pensar cómo sería España si todos cumpliéramos a pies juntillas los diez Mandamientos de la LEY de DIOS? Para empezar, sobrarían sus escoltas. Podría seguir, pero esto se haría demasiado largo.
A eso añada Su excelencia, señor Presidente, el Mandamiento Nuevo: Amaos unos a otros. Pero, ojo, como Yo os he amado. (Y digo Yo, con mayúsculas, porque ya sabe usted quién es ese YO. ¿O se lo explico?)
Y ahora me quedo esperando poder leer sus palabras concretas y enteras.
¡Váyase, señor Rodríguez, váyase!