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UN PARTIDO, DEMASIADAS VOCES

LD (Víctor Gago) Mariano Rajoy designó el pasado 16 de julio a Juan Costa para elaborar un programa electoral "ambicioso" que "asuma riesgos y no mire para otro lado".
 
Eufórico, el presidente del PP prometió que será el programa "más avanzado de los que se hayan podido hacer de cara a unas elecciones en los últimos meses y años en la Unión Europea". La hipérbole de los méritos triviales se ha instalado en la cultura del PP, a cambio de que no se note su falta de claridad moral en ciertos asuntos graves. Lo chorra se exalta hasta la beatería aldeana, lo urgente se matiza hasta el aburrimiento. Así piensa y elige su agenda la única alternativa disponible a la propaganda mentirosa del Gobierno.
 
Tres meses después, el globo de Costa parece haber perdido algo de helio, gas noble donde los haya. El 17 de octubre, el gurú del programa electoral del PP vertió un bidón de aire en la cabeza de la gente que acudió a escucharle con las orejas abiertas al Foro de Nueva Economía, en Madrid. Era la primera vez que se exponía a la curiosidad de la Prensa desde que fue designado por Rajoy. Nadie salió de allí con una sola idea en claro de por dónde irá "el mejor programa electoral" del mundo. Generalidades del tipo: "Responderá a los nuevos desafíos a los que se enfrenta España en un mundo cada vez más global, con mayores retos y mayores oportunidades" han estado mareando la perdiz, a la vez que volatilizando el efecto Costa.
 
El 10 de septiembre, en una entrevista concedida a La Razón, Costa identificó "los nuevos desafíos de España" como "el cambio climático, la lucha contra la pobreza o la seguridad".
 
La agenda de Costa sería matizada el pasado 22 de octubre por Mariano Rajoy, que constató una verdad obvia y la rebajó con una confidencia chusca, una combinación típica del discurso del líder del PP cuando prefiere sortear los problemas desde la cola de la charcutería, en vez de afrontarlos desde los incómodos principios.
 
La obviedad es que la ciencia no puede predecir el futuro del clima y que no existe, ni mucho menos, el consenso científico sobre el cambio climático que pregona la propaganda gubernamental y su ideólogo multimillonario Al Gore. El chisme lo puso Rajoy al invocar a su primo físico, no tanto para quitar hierro al catastrofismo, como para no ir de frente ante las encerronas de la izquierda, cosa que parece aterrar a los dirigentes de este partido.
 
Ahora, Costa vuelve a ir por libre, o quizá lo que ocurre es que permite a Rajoy ir a su aire.
 
El comisionado para el programa ha desmentido este lunes una información periodística de ABC, que sostiene que el PP incluirá en su programa medidas para relanzar la producción de energía nuclear. No hay tales medidas, el PP no se moverá de la llamada moratoria nuclear y, en cambio, apostará por la producción de energía mediante fuentes renovables, ha aclarado Juan Costa. Un calco de la oferta de la izquierda, como otras soluciones del "mejor programa electoral de la Unión Europea".
 
El desmentido costero ha conseguido un hito de la desinformación difícilmente superable: dejar a todos perplejos. El diario que se supone que apoya a Rajoy, se queda envolviendo bocadillos con su fastuosa portada nuclear. Estarán muy contentos con el ex ministro valenciano. 
 
De otro lado, los que creen que el PP haría bien en apostar por el impulso de la energía nuclear y explicar sus ventajas sobre las fuentes fósiles de energía, entre otras, la nula emisión de gases de efecto invernadero, se quedan con las ganas de descubrir ese programa "ambicioso, que no mirará para otro lado", del que habló Rajoy el pasado 16 de octubre.
 
¿No estábamos todos y todas contra el derretimiento de los osos polares? Ahí tendría el PP una baza genuinamente científica para pasar a la ofensiva y desenmascarar el monipodio de los ecolo-jetas, con una verdadera política a favor del medio ambiente. En tercer lugar, los votantes del PP no sabrán a qué carta quedarse, después de haber leído que en el Consejo Asesor de Rajoy se apuesta por impulsar la energía nuclear, pero el director del Programa Electoral prefiere la moratoria.
 
No ha sido el único criterio desconcertante. Costa también ha matizado la reforma constitucional que Rajoy viene defendiendo desde la segunda mitad de la Legislatura. Se trata, ha explicado el presidente del PP, de dejar claras las competencias del Estado y de acotar la influencia de las minorías desleales a la Constitución en el Gobierno de España. Costa lo rebaja a una prioridad de "recuperar el consenso con el PSOE sobre el modelo de Estado y los valores de la Transición".
 
La iniciativa ya venía descafeinada de suyo, a través de sucesivas capas de matices que Rajoy le ha ido añadiendo desde que la formuló por primera vez. La pasada semana, en La Mañana de COPE, Rajoy le dio la puntilla, al poner distancias, de manera ostensible, con la iniciativa de Alejo Vidal Quadras para  que el PP se comprometa a no pactar con los nacionalistas después de las próximas Elecciones Generales.
 
Al profesar su fe en el consenso, Costa no ha explicado cómo va a conseguir rescatar al PSOE para la política de Estado, cuando la supervivencia política de su líder pasa por destruirlo y arrinconar al PP en lo que quede de democracia.
 
Un partido con demasiadas voces y principios intercambiables o poco claros no produce el "mejor programa electoral de la UE", sino votantes confusos y abstencionistas cabreados.

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