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Un papel con el número 5 dentro de la mochila de Vallecas

Cuando ya se han cumplido tres años de la masacre del 11-M, el juicio ha puesto sobre la mesa un dato desconocido hasta ahora. No hay mención de ello en la instrucción que ha seguido el juez Del Olmo. Ha sido uno de los dos agentes que encontraron la mochila bomba en la comisaría de Puente de Vallecas el que ha desvelado que en su interior había un papel con el número cinco, "si no recuerdo mal". Se percató de ello cuando su compañera levantó el teléfono móvil del que salían dos cables hacia una bolsa de basura de color azul "marcada" con ese número en un papel. Sobre el recorrido de los enseres de El Pozo los testigos apenas aportaron datos. Ninguno de ellos precisó el número de bolsas que trasladaron.
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(Libertad Digital) La primera testigo en comparecer, que encontró la mochila en la comisaría de Puente de Vallecas, respondió al fiscal que había "bastantes" bolsas negras de basura con los efectos hallados en los trenes. Encontró la mochila cuando "habían pasado las doce de la noche", "dos o tres horas" después de que comenzara el inventario. La policía cogió la mochila de deportes, la abrió, cogió el teléfono y vio que había cables por la parte de abajo. Respecto al color, sólo recuerda que había uno rojo.
 
Según la agente, era "evidente que se trataba de una bomba" y lo comunicó "a la subinspectora para que ordenase el desalojo de la comisaría". En el momento del hallazgo, "ya llevábamos varias bolsas", que provenían, según le "dijeron" sus compañeros, de la estación de El Pozo.

Tras el interrogatorio de los abogados, el juez Gómez Bermúdez preguntó a la testigo por qué no aparece en el inventario la mochila de Vallecas, un hecho que impide precisar junto a qué efectos estaba almacenado el artefacto. La explicación de la agente ha sido que en "el momento que se encuentra la bolsa, se para todo", "se interrumpió la relación" y "continuaron otros". A petición del juez se le mostró el listado de efectos para que precisara junto a qué bultos se halló la mochila pero la testigo indicó que "no lo recuerdo". No se precisó, por tanto, en qué bolsa de basura estaba la bomba.

Gómez Bermúdez reprende a un abogado por sus preguntas "capciosas"
 
Le siguió en el turno de declaración su compañero, que estaba confeccionando la lista de efectos encontrados que tenían que ser devueltos a los familiares de las víctimas. Explicó que ambos estaban en una habitación; en una segunda había otros dos agentes haciendo el mismo trabajo. Al principio del turno, que empezó a las diez de la noche del 11-M, este policía se encargó de abrir las bolsas mientras que su compañera hacía un listado con el contenido. Posteriormente, intercambiaron los papeles.
 
La hora del hallazgo, que la agente anterior no supo concretar, la fijó en las dos menos cuarto de la madrugada. El abogado Carlos Boye, que representa a dos víctimas, preguntó si la mochila no se incluyó en el inventario porque no pertenecía a nadie. Una cuestión que le costó una reprimenda del juez, que tachó la pregunta de "clarísimamente capciosa". Después, a preguntas del juez, dijo que en la lista "se reflejaban todos los efectos independientemente de que se supiera su propiedad o no".
 
Una bolsa "marcada" dentro de la mochila de Vallecas
 
Este agente aportó un dato desconocido hasta ahora. Tres años después de los atentados y con cerca de 100.000 folios de instrucción de por medio, nos enteramos de que en la bolsa que supuestamente contenía la Goma 2 ECO amasada había una marca. Así lo relató el policía: 
 
A preguntas de Olga Sánchez detalló que el número estaba escrito en un papel situado sobre la bolsa.
 
De El Pozo a Villa de Vallecas
 
El siguiente testigo comenzó el relato del periplo de la mochila de Vallecas. El oficial de Policía que "recogió los efectos de El Pozo", en los que supuestamente estaba el artefacto, indicó que en la comisaría del Puente de Vallecas le dieron orden de trasladarse con furgonetas a la estación para recoger unas bolsas de basura "de color verde oscuro, casi negras". La orden la recibió del inspector Álvarez y estaba también el comisario Rodolfo Ruiz. Desde allí, por orden del inspector, le mandaron ir a la comisaría de Villa de Vallecas con los bultos. Sin embargo, el jefe de la guardia le indicó que debían llevar los bultos a su comisaría, es decir, la de Puente de Vallecas.
 
Tras aparcar el vehículo, le dijo al inspector y al comisario de dicha comisaría que no habían admitido los bultos en Villa de Vallecas. En ese momento ordenaron llevar las bolsas a Ifema. El agente fue relevado de esa función para dedicarse a patrullar por la zona. Según su testimonio, hasta ese momento no se interrumpió la cadena de custodia. La hora en que salieron de El Pozo con los bultos eran las cinco o las seis de la tarde del 11 de marzo.
 
Los testigos no aclaran el paso por la Comisaría de Villa de Vallecas
 
Varios agentes de la escala básica repitieron el mismo relato de los hechos. El primero de ellos, en prácticas el 11-M,  explicó que llevaba dos meses en la comisaría de Puente de Vallecas. La primera orden que recibió a las 15 horas, cuando entró en turno, fue que se dirigiera a la estación de El Pozo. Llegaron allí en una furgoneta Combi. Apenas tiene recuerdos concretos de ese día. No supo precisar cuántos compañeros fueron hasta la estación ni quién estaba al mando. En ese lugar le ordenaron, tampoco se acuerda de quién, que cargara las bolsas con las pertenencias de las víctimas para trasladarlas a la comisaría de Puente de Vallecas.
 
Cuando la fiscal le pidió que concretara si la orden fue para dirigirse a la comisaria de Puente de Vallecas o de Villa de Vallecas explicó que no lo recuerda, pero que cree que fueron a Puente de Vallecas. Desde allí las llevaron a Ifema. Las dejaron en el pabellón 6. "Dejamos las bolsas a la entrada a mano derecha, en un muro que estaba vacío. No se el numero de bolsas que bajamos, eran bastantes". Allí se puso una cinta policial con un cartel, "no sé si pusimos que era de Puente de Vallecas o de la estación de El Pozo". Regresaron a Puente de Vallecas y allí les ordenaron que volvieran a Ifema a recoger las bolsas que acababan de dejar.
 
El siguiente compareciente, un policía nacional de escala básica, narró que el día de los atentados se le ordenó trasladarse a la estación de El Pozo junto con otros compañeros en una furgoneta policial. A su llegada, explicó a la Fiscalía, se les ordenó realizar tareas de mantenimiento de seguridad. Pasado un tiempo que no recordó, se les ordenó comenzar a subir al vehículo los efectos de las víctimas. Los enseres se encontraban en un anden en varias bolsas grandes de basura, cerradas por un nudo. Cargada la furgoneta se les ordenó trasladarse a la comisaría de Villa de Vallecas, luego a la de Puente de Vallecas y finalmente a las instalaciones del IFEMA. Ya en el recinto, dijo, él junto con sus compañeros se pusieron a las órdenes de un agente de la Policía Científica que les ordenó dejar las pertenencias dentro de una nave. Afirmó que a los enseres se les colocó un cartel para identificarlos como pertenencias de las víctimas de El Pozo.
 
A preguntas de los abogados defensores el testigo apuntó que cuando llegó en el vehículo con las pertenencias de las víctimas, el acceso al IFEMA se encontraba controlado y que no era posible que alguna persona pudiera acceder a las naves sin ser identificado.
 
Contradicciones sobre el traslado a Ifema
 
Otro de los agentes del Cuerpo Nacional de Policía que se ocupó del traslado de los objetos localizados en la estación de El Pozo declaró que no puede recordar si trasladó enseres de la comisaría de Puente de Vallecas hasta el recinto ferial de Ifema porque no recuerda si en la furgoneta en la que se desplazó había bolsas que tenían que ser depositadas en el pabellón 6.
 
Al principio dijo que "creía recordar" que sí había bolsas en las dos furgonetas que condujo, aunque incurrió en una contradicción con la declaración efectuada ante el juez instructor de la causa Juan del Olmo, donde expresaba que estos vehículos se encontraban "vacíos".
 

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