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Un guía canino dice que "si hubiera habido explosivos" en la Kangoo la perra los habría detectado

Este lunes abrió las comparecencias en el juicio del 11-M el tedax encargado de desactivar la mochila de Vallecas. Confirmó lo que Sánchez Manzano ocultó al juez Del Olmo durante tres meses: que el artefacto nunca podría haber estallado porque las rabizas del detonador no estaban conectadas. Un error "incomprensible", dijo este subinspector. Luego lo calificó de "chapuza" y admitió que "no cuadra". Cree que, posiblemente, alguien "muy ingenioso" montó el teléfono y otra persona sin conocimientos recibió órdenes para empalmar los cables. El segundo guía canino que inspeccionó la furgoneta de Alcalá coincidió con su compañero, que declaró el pasado miércoles, en que "si hubiera habido explosivos, la perra los habría detectado". Con más razon, insistió, si se supone que en el vehículo se transportaron 20 ó 30 kilos de explosivos.

(Libertad Digital) En un breve interrogatorio de la Fiscalía, el tedax encargado de desactivar la mochila de Vallecas relató que en la madrugada del 12 de marzo, sobre las dos, recibió una llamada del 091 en la que le alertaban de que habían recibido un aviso de la comisaría de Puente de Vallecas porque entre los enseres recogidos en la estación de El Pozo había una bolsa sospechosa. Ya entonces le dijeron que contenía un teléfono móvil del que partían dos cables, que a su vez se introducían en una bolsa de plástico.
 
A esa comisaría acudieron los tres compañeros de los Tedax que estaban de guardia. Antes de ponerse en camino trasladó al jefe de sala la necesidad de llamar a Puente de Vallecas para desalojar el complejo policial. "La llamada fue a las 2:00 horas y calculamos que llegamos a las 2:20 ó 2:30. La Policía estaba desalojada y me indicaron dónde estaba la bolsa".
 
Una radiografía que no sirvió
 
Tras comprobar que la bomba era parecida a las que habían aparecido en Atocha y en El Pozo, desactivadas, se montó un dispositivo para trasladar la mochila. Decidieron no proceder a la desactivación en la misma comisaría porque tendrían que haber sido desalojados los vecinos de la zona, "iba a haber miedo, la gente estaba muy sensibilizada por lo que había pasado y entendimos que no era conveniente, el parque (Azorín)  estaba relativamente cerca y el traslado fue inmediato".
 
En ese escenario es donde se hace la radiografía a la mochila de Vallecas, que según explicó este subinspector, no le sirvió de nada por lo que procedió a la desactivación manual. "Desmonté la bomba, desconecté los cables, saqué el móvil , extraje el detonador y la masa explosiva para ver si había una trampa. No había nada de eso y la desactivación fue completa. La radiografía no sirvió de nada: sale un teléfono y una maraña de cables, todo muy oscuro. No sirvió para nada".
 
Una "pequeña chapuza"
 
También explicó que el artefacto no funcionó "porque había un error incomprensible: los cables, los empalmes, no estaban encintados, no llevaban cinta aislante". Y detalló que al no estar encintados, "cuando surge el flujo del móvil hay un cortocircuito pero la energía no llega al detonador, por lo que no se produce la explosión".
 
Después, a preguntas de los abogados de la acusación, el tedax dijo que "no cuadra la concepción del teléfono móvil, que es muy ingeniosa" con el sistema de los cables. Según el agente, "da la sensación de que alguien elaboró" el sistema del móvil, que "no cuadra con la pequeña chapuza de no encintar los cables". Por ello, consideró que esa tarea la realizaron "otras manos". "Alguien hizo los teléfonos y alguien recibió las instrucciones de empalmar" los cables, es la conclusión que extrae el agente, que dijo que "entiende que" el encargado del sistema del móvil "sabía muy bien lo que hacia" puesto que "era sencillo pero muy, muy ingenioso".
 
"Sencilla pero muy ingeniosa"
 
El agente también declaró que en la comisaría de Vallecas preguntó a los funcionarios de dónde venía la mochila. Le contestaron "taxativamente" que procedía de El Pozo y no mencionaron que el bulto pasó por Ifema. Sobre la mochila, destacó que además de la masa de explosivo, el móvil y la metralla, "había un cargador" en la parte inferior, algo que le resultó "bastante sorprendente". En su conjunto, ese es el adjetivo que empleó para el artefacto, del que ha dicho que era "absolutamente diferente" y "muy curiosa".
 
Según dijo, la bomba era "sencilla en su concepción" pero "muy ingeniosa" y no se corresponde con la de "otros grupos terroristas autóctonos. Le "sorprendió", ha insistido, que el teléfono estuviera apagado, así como que los cables no estuvieran encintados. "Pensé en todo momento que estaba trampeada la bomba", dijo.
 
La bolsa desactivada en El Pozo
 
Los testimonios continuaron con el subinspector de la Brigada provincial de los Tedax que declaró sobre la mochila hallada en El Pozo y que explosionó él mismo. Le llamó la atención porque "estaba donde relativamente no había pasado nada", apartada de los otros bultos que se agrupaban en torno a los vagones 4 y 5, los que habían explotado. Esa mochila, "como todas", se abrió y, según ha declarado, los cables "no estaban encintados". El teléfono que contenía la bolsa estaba apagado.
 
Subrayó también que la tapa de la mochila estaba "echada hacia atrás" y relató que la encontraron al lado de una papelera. Basándose en los "comentarios que oyó", dijo que la colocó en ese lugar, junto a un cartel de la estación y apoyada en la pared, un policía municipal que la había dejado del vagón número tres. En la madrugada del 12 de marzo fue el operador número 2 que intervino en la desactivación de la mochila de Vallecas.
 
También compareció el operador número 3 que participó en la desactivación de la mochila de Vallecas. Aunque el 11-M libraba, se presentó voluntariamente y su jefe le ordenó que se quedara de guardia durante la noche. El relato sobre la desactivación de la bolsa fue similar al de los otros dos agentes. No pudo confirmar la procedencia de esa mochila pero apuntó que "según la información que nos dieron los compañeros procedía de El Pozo".
 
De la radiografía que se hizo en el Parque Azorín dijo que "en ese momento, con todo el ajetreo, no daba información, pero luego se analiza mejor y sí que salen cosas". Posteriormente detalló que la información que aporta la radiografía "es muy relativa porque cada uno la puede interpretar de diferente manera pero yo veo las rabizas (extremo de un cable) sueltas. Pudiera ser que por esto no explotara la bomba".
 
Ningún objeto que "llamara la atención"
 
Después compareció el responsable de la Policía Científica de la comisaría de Alcalá que abrió la furgoneta Kangoo, según dijo, con "una palanqueta" tras una "inspección visual exterior" en la que no advirtió "ningún elemento extraño", ni "cerraduras forzadas" ni "nada manipulado en los bajos". La zona interior, dijo, "se vislumbraba mal" porque "estaba en penumbra".
 
En varias ocasiones dijo el testigo que "es posible que hubiera objetos" pero nada le "llamó la atención". El agente también fue el encargado, a instancias del operador de la grúa, de poner el vehículo en punto muerto para poder transportarla. En principio estaba previsto que se trasladara a la comisaría de Alcalá pero después se decidió llevarla al complejo de Canillas.
 
"Si hubiera habido explosivos, el perro los habría detectado"
 
Este lunes también declaró el segundo guía canino que inspeccionó la furgoneta de Alcalá. Su perra entró en el vehículo una vez que el inspector de Alcalá abrió la puerta trasera con una palanqueta. Varias veces repitió que, desde fuera, no observó nada por la ventana que infundiera sospecha. Para justificar que la perra no accediera la zona de asientos, sólo a la de carga, insistió en que "no había nada que infundiera sospecha".
 
Uno de los abogados le planteó si la perra hubiera detectado algo en caso de que en la furgoneta se hubieran trasladado 50 ó 60 kilos de explosivos. "Si hubiera habido algún explosivo la perra lo hubiera detectado", apuntó. Incluso si el explosivo estuviera envuelto en una bolsa de plástico y dentro, a su vez, de una mochila.
 
También subrayó que antes de trasladarse a Alcalá de Henares, su unidad realizó dos servicios con el "intervalo de tiempo suficiente" para "poder descansar". Concretamente afirmó que desde su último servicio--realizado en la estación de Chamartín-- hasta la inspección de la furgoneta transcurrió "una hora y media".
 
Durante la sesión de la mañana también testificaron otros dos agentes de policía que se encargaron de contactar con el portero de la finca de las inmediaciones de la estación de Alcalá de Henares que alertó de la presencia de la Renault Kangoo.

Uno de ellos relató que después de que el portero les indicara que los tres individuos que vio bajarse del vehículo iban demasiado abrigados para el tiempo que hacía, investigó las cámaras de seguridad de los alrededores por si se había captado alguna imagen de ellos. Sin embargo, el sistema de grabación "no lo tenían activado".

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