Sin embargo no le va tan mal a esa empresa que aunque “dice contar con todas las garantías medioambientales” el invierno pasado vertió millones de metros cúbicos de aguas ácidas a la Cuenca del Odiel y mantuvo las presas de residuos con grave riesgo de romperse durante meses y sólo se le inició un expediente en Septiembre. Este invierno la situación se ha repetido. Llevan casi 3 millones de metros cúbicos vertidos y las presas entraron de nuevo en peligro de rotura. A pesar de un estudio pagado por la propia empresa que dice que tal rotura provocaría en Gibraleón una onda de inundación de 6 metros de altura. Pero claro nunca pasa nada. Hasta que llega Aznalcollar en 1998 o Baia Mare en Rumanía en 2000 o Ajka en Hungría el año pasado.