L D (Agencias) Al inicio de su interrogatorio, Ignacio González Sola reconoció ser militante de ETA y se negó a declarar ante "un tribunal español y fascista". Al igual que González Sola, Iker Olabarrieta Colorado y Carmelo Laucirica Orive también admitieron su militancia en la banda terrorista y manifestaron estar orgullosos de su pertenencia.
Los tres se enfrentan a una petición fiscal de 29 años de prisión por los delitos de pertenencia a banda armada, depósito de armas, tenencia de armas y falsificación de documentos oficiales.
En el banquillo de los acusados también se sientan Marta Igarriz Iceta y Jon Koldobika Garmendia, para quienes el fiscal Pedro Rubira pide 26 años de cárcel por los mismos delitos, excepto el relativo a la falsificación de documentos. Ambos negaron haber colaborado con el grupo Donosti así como haber mantenido cualquier tipo de relación con alguno de sus miembros.
Los procesados estuvieron a lo largo de la vista oral conversando en un corrillo entre ellos, lanzando gestos y guiños a sus familiares y conocidos que se encontraban entre el público, moviéndose por el habitáculo blindado que les separa de la sala y dando la espalda en varios momentos al tribunal. El juicio continuará este martes con la prueba pericial.
Durante su declaración, Garmendia negó haber captado a Igarriz para integrarse en la organización terrorista, así como que ésta le hubiese alojado en un piso en el barrio donostiarra de Añorga, junto a otros miembros de ETA. A preguntas del fiscal, explicó que conocía a la acusada porque había mantenido una relación afectiva con su hermana pequeña que finalizó en 2001, lo que provocó un distanciamiento entre ellos.
El procesado relató que en 2001 tuvo un accidente y hasta el 2004 estuvo en rehabilitación, sometiéndose a diversas operaciones quirúrgicas. Explicó que cuando tuvo noticia de que la Policía estaba detrás de él decidió huir al sur de Francia por temor a que su estado de salud empeorase. Allí se sometió de nuevo a una operación en el hospital de San Juan de Luz (Francia), localidad en la que el 7 de diciembre de 2005 fue detenido finalmente.
Por su parte, Igarriz reconoció ante el tribunal que alquiló una casa en el barrio de Añorga, pero rechazó que ésta fuese para alojar a los terroristas. También negó conocer al etarra Haymar Altuna Ijurco, quien según el fiscal también se alojó en este domicilio y le entregó unas mochilas en cuyo interior había material explosivo.
Según la acusada, una persona acudió a la pastelería en la que trabajaba para pedirle si le podía guardar unas mochilas. Al verle "muy apurado", le llevó al garaje de su madre para dejar durante unas horas las bolsas, pero al no regresar decidió abrir una de ellas, encontrándose "algo parecido a unos puros y a unos chorizos rojos", en alusión a un rollo de color rojo de cordón detonante de 12 gramos.
En el interior del garaje se intervinieron también dos subfusiles, 39 cartuchos de Titadyne, varios detonadores, un destornillador para abrir vehículos y varios temporizadores.
Apoyo al "grupo Vizcaya"
En la sesión compareció como testigo el miembro del Cuerpo Nacional de Policía que actuó como instructor de la investigación que llevó a la desarticulación del comando en 2005. Según dijo, el comando se remonta a septiembre de 2002 tras la muerte de los miembros del "grupo Vizcaya" Hodei Galarraga Irastorza y Egoitz Gurruchaga Gogorza al explotarles la carga explosiva que transportaban en un vehículo alquilado.
Señaló que Olabarrieta, que formó parte del "grupo Urbasa" en 2001, abandonó entonces España, refugiándose en Francia. Allí recibió un curso de armas y explosivos que le impartió otro miembro de ETA. En febrero de 2004, entró de nuevo a España junto con otros etarras, siguiendo órdenes de la dirección de ETA para reconstituir el "grupo Donosti". El 11 de marzo de 2004, regresan al país vecino tras los atentados de Madrid.
Al igual que el fiscal, el agente sostuvo que una vez reconstituido el "grupo Donosti", éste contó con el apoyo de Igarriz, captada por Koldobika. Los etarras alquilaron en marzo de 2004 un piso en San Sebastián, en el que se alojó Olabarrieta y los otros etarras huidos. Cuando Olabarrieta se marchó a Francia entregó a Igarriz las mochilas que contenían armas y explosivos.
Siguiendo órdenes de ETA, Olabarrieta regresó a España con Laucirica para constituir el "comando Amaiur" con el fin de obtener información sobre miembros del Ejército destinados en el cuartel de Loyola y de la Guardia Civil de Intxaurrundo de San Sebastián.
Los terroristas se alojaron en una vivienda de la ciudad, en la que se intervino una pistola, dos cargadores con trece cartuchos, un subfusil y documentación falsa, entre otros elementos.