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Un ertzaina pierde cuatro dedos de la mano al estallarle el detonador de ETA que manipulaba

Un artificiero de la Ertzaintza sufrió este lunes la amputación de cuatro dedos de la mano derecha y lesiones en la otra al explotarle el detonador de una de las bombas colocadas el domingo por ETA junto a los juzgados de Guecho. También fue trasladado al hospital un segundo agente, que fue dado de alta fue dado de alta después de ser examinado.

La "contravigilancia" de ETA durante la negociación
Un artificiero de la Ertzaintza sufrió este lunes la amputación de cuatro dedos de la mano derecha y lesiones en la otra al explotarle el detonador de una de las bombas colocadas el domingo por ETA junto a los juzgados de Guecho. También fue trasladado al hospital un segundo agente, que fue dado de alta fue dado de alta después de ser examinado.
L D (Agencias) El suceso se produjo sobre las 10.30 horas en la base que la Policía Autónoma Vasca tiene en Iurreta, localidad vizcaína próxima a Durango, y el agente fue traslado al hospital de Cruces, en Baracaldo, donde se encuentra ingresado, según informó la Ertzaintza.

Según el primer parte médico emitido por el hospital, el agente de la Unidad de Explosivos de la Ertzaintza sufrió la amputación de cuatro dedos de la mano derecha, así como la "amputación de tres pulpejos" –parte carnosa inferior de los dedos– de la mano izquierda y va a ser intervenido quirúrgicamente. En concreto, el agente presenta "la amputación de cuatro dedos de la mano derecha a nivel de la falange proximal y fractura de huesos de carpo en la misma mano", y se encuentra en el servicio de urgencias del citado hospital vizcaíno "consciente y orientado, con situación hemodinámica normal".

La explosión también afectó a un segundo agente, que, aunque también fue trasladado al Hospital de Cruces, fue dado de alta después de ser examinado por un otorrino al no presentar lesiones.

El agente que resultó herido se encontraba manipulando el detonador de una de las bombas colocadas por ETA en los juzgados de Gecho, de tres y cinco kilos de cloratita y que no llegaron a explotar. Ambas fueron colocadas por dos individuos a las seis de la mañana. Un cuarto de hora después, una llamada en nombre de ETA al servicio de emergencias de Vizcaya anunciaba la colocación de un artefacto que haría explosión en media hora.

Atentado frustrado del domingo
 
Esa primera bomba, compuesta por una olla con cinco kilogramos de cloratita escondida en una mochila, no explosionó y fue desactivada poco después de las 9 de la mañana. Cinco horas después, la Ertzaintza descubrió y retiró un segundo artefacto, compuesto por tres kilos de cloratita, metralla y un detonador, en una papelera junto a la entrada de los juzgados, que había permanecido en el lugar todo ese tiempo al no ser detectada hasta que no se realizó el visionado de las cintas de vídeo de las cámaras de la sede judicial.

El Departamento de Interior del Gobierno vasco afirmó que el segundo artefacto era una bomba trampa para atentar contra los agentes de la Ertzaintza o cualquiera de las personas que estuvieran en las cercanías, por donde en ese espacio de cinco horas anduvieron policías, periodistas y cargos políticos.

El consejero de Interior, Javier Balza, explicó que la Ertzaintza no localizó en un primer momento esa segunda bomba porque, si bien los protocolos de desactivación de explosivos de la Policía vasca son "los de más alta calificación" de Europa, esta práctica "no es una ciencia exacta".

Ya ocurrió en 2003
 
Un suceso similar al ocurrido hoy se produjo el 1 de julio de 2003, cuando la Ertzaintza logró desactivar, tras más de cuatro horas de trabajo, una bomba-trampa colocada por ETA junto a la instalaciones de la empresa Iberdrola en el barrio bilbaíno de Larraskitu. Sin embargo, el mal estado de la cloratita que componía el artefacto provocó, cuando éste estaba ya almacenado, la explosión de dos polvorines de la Policía Autónoma Vasca el 23 de julio y dos ertzainas resultaron heridos.

Además, artificieros de la Ertzaintza han sufrido en varias ocasiones heridas mientras trataban de desactivar bombas-trampa de ETA, una de las cuales acabó el 24 de mayo de 1989 con la vida del agente Luis Hortelano García. Ese día, García trataba de desactivar un artefacto encontrado en el maletero de un taxi, en el barrio bilbaíno de Zorroza, en un atentado que también acabó con la vida de dos especialistas de la Policía Nacional.

En 2000, tres ertzainas, diez guardias civiles y tres policías nacionales resultaron heridos por la explosión de una bomba trampa escondida junto a un lanzagranadas desde el que los terroristas habían lanzado un proyectil contra el cuartel donostiarra de Intxaurrondo.

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