(Libertad Digital) El documento de los servicios secretos españoles explicaba que después de la primera guerra del Golfo y la destrucción de los arsenales e instalaciones de Sadam Husein, el dictador mantenía su voluntad de contar con nuevo armamento de destrucción masiva. Apuntaban, además, que desde 1998 se había interrumpido la verificación de los arsenales iraquíes y a esto sumaba la detección de “actividades preocupantes” para reconstruir las instalaciones y para adquirir “productos y material de doble uso”. Así, el CNI llegaba a la conclusión de que Irak contaba “con alguna capacidad para desarrollar armas de destrucción masiva”.
En la nota remitida a La Moncloa, el CNI explicaba que Irak ha reconstruido parte de su industria química con la producción de elementos que, como el cloro, podrían tener un doble uso. Sobre el programa biológico, señalaba que tras la finalización de las inspecciones en diciembre de 1998, los inspectores coincidieron en que Irak debía facilitar una nueva declaración completa de actividades ya que todas las que había entregado antes estaban incompletas y no fueron aceptadas.
En sus conclusiones, los servicios secretos apuntaban que “el problema más importante que presentaba Irak en el ámbito nuclear era el alto grado de conocimiento de sus expertos y que no cabía despreciar su capacidad en la adquisición clandestina de material fisible”.