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Trashorras y su cuñado vendían explosivos en el barrio madrileño de Carabanchel a cambio de hachís

Nuevas revelaciones sobre la trama del 11-M. Tras conocerse que las dos caravanas de la muerte partieron el mismo día con destino a Madrid, este lunes El Mundo explica que la UCO encargó a la Guardia Civil de Avilés que vigilara a Trashorras por su relación con el tráfico de pastillas, cuando en realidad le seguían por venta de explosivos. El confidente Zouhier informó de que el ex minero y su cuñado vendían en Asturias el hachís que compraban en Carabanchel a cambio de dinamita. En este barrio vivía uno de los terroristas del 11-M, el Chino, y su grupo.

(Libertad Digital) La noticia de Antonio Rubio este lunes en el Mundo denuncia que la UCO mintió a sus compañeros de Avilés al encargar esa vigilancia por tráfico de drogas. Dice El Mundo que la orden policial de seguimiento de Trashorras se produjo después de que Rafá Zouhier desvelara a "Víctor" y "Rafael" –dos jefes de la Unidad Central Operativa conocidos también por haber visitado en prisión a Rafá Zouhier para presionarle para que no hablara- que el ex minero, José Emilio Suárez Trashorras,  y su cuñado, Antonio Toro Castro, le habían ofrecido explosivos para vender en Madrid a cambio de hachís.
 
Los agentes de la Unidad Central Operativa comprobaron la veracidad de la información y consiguieron una muestra de los explosivos y detonadores. Según recoge el juez Del Olmo en uno de sus autos y desvela la información de El Mundo, los laboratorios de la Guardia Civil verificaron que la muestra de dinamita conseguida por Rafá era Goma 2. En ese momento, la UCO implantó una operación de seguimiento y control de los pasos de Suárez Trashorras y de su cuñado, Toro Castro. Sin embargo, la UCO no informó a sus compañeros de Avilés.
 
Según explica la noticia de Antonio Rubio, la UCO mintió a sus compañeros de Avilés, indicándoles que estaba tras la pista de un importante grupo que se dedicaba al tráfico de pastillas. Los agentes asturianos indicaron a sus compañeros de Madrid que Suárez Trashorras, fundamentalmente, se dedicaba al tráfico de hachís y que trabajaba como confidente para el inspector Manuel García, antiguo miembro de la Comisaría General de Información y experto en temas terroristas.
 
El caso es que la Guardia Civil de Avilés confirmó a la UCO que Castro Toro y Suárez Trashorras pagaban o cambiaban el hachís que venía de Marruecos con coches de segunda mano. La coincidencia más dura viene cuando en una de las misivas del confidente marroquí (en prisión, algunos de los anteriores en libertad) al periódico El Mundo informa que "Emilio –nombre de pila de Suárez Trashorras– vende hachís en Asturias desde hace tiempo y siempre la compra en Carabanchel (donde vivía El Chino y su grupo). También cambiaban coches Jeep Cheroquee por hachís con los moros estos para bajar a Marruecos con matrículas falsas y para sacar hachís de la playa de las pateras".

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