(Libertad Digital) Fernando Múgica, que sigue desvelando en El Mundo de “los agujeros negros” del 11-M, explica este domingo que la Guardia Civil no ha encontrado todavía el zulo en el que Emilio Suárez Trashorras almacenaba armas y municiones que supuestamente vendió a los autores del 11-M y que también podría haber hecho llegar a ETA. La zona de búsqueda se ha centrado en las inmediaciones de las minas asturianas de las que salió la dinamita del 11-M. Además, los agentes han rastreado un monte en el que según el confidente Nayo, Trashorras había escondido una gran cantidad de explosivos.
Un zulo del que no hay rastro
Poco antes de que este confidente revelara a la Policía, primero, y a la Guardia Civil después los movimientos de Trashorras, el detenido por la masacre de Madrid había acudido a un almacén de alquiler y compra-venta de material de construcción. Se trata, cuenta El Mundo, de la empresa Pozo Amago S.L. Allí alquiló dos puntales de los que se usan para almacenaje. Tenían capacidad para resistir 4.600 kilos cada uno. Aunque debería haberlos devuelto diez después, nunca lo hizo.
Los dueños de la empresa explican en el diario de Pedro J. Ramírez, que “no sabemos cómo se enterarían de ello (la Policía) porque teóricamente nunca han encontrado el zulo”. Lo cierto es que un agente se presentó en la empresa tras el 11-M para preguntarles por los pivotes alquilados a Trashorras.
El reportaje hace referencia también al informe de la Guardia Civil que sostiene que Trashorras pudo ser quien enseñara a los marroquíes el manejo de explosivos: “Ninguno de los que entienden algo de mina logra asimilar” ese hipótesis. Y recuerda que el ahora encarcelado tiene una experiencia laboral “más bien reducida” (19 meses) y que “nunca pasó de ayudante de minero”.
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