(Libertad Digital) Siguen tambaleándose las piezas que sustentan la versión oficial del 11-M. El diario El Mundo arrancó septiembre con una entrevista realizada por Fernando Múgica –el autor de los Agujeros Negros y primero en dudar de la versión ofrecida por el Gobierno del PSOE– al ex minero José Emilio Suárez Trashorras.
El relato vuelve a traer a la actualidad a personajes como Manuel García Rodríguez, “Manolón”, responsable de estupefacientes de la Comisaría de Avilés. Ante la juez Palacios, Trashorras ya había declarado que Manolón le ordenó infiltrarse en “la célula de El Chino”. Ahora relata lo que descubrió y el caso que le hicieron: “Jamal tenía contactos con ETA y me dijo que era amigo de uno de los de Cañaveras”. Se refiere Trashorras a uno de los etarras que trató de introducir en Madrid una furgoneta cargada con 500 kilos de explosivos y que, según las investigaciones, tenía como destino el Corredor del Henares, misma zona de la que partió la masacre del 11-M.
El ex minero asegura en la entrevista que comunicó los datos: “Desde el primer momento se lo comuniqué a los agentes de la Policía y del CNI que vinieron de Madrid a conversar conmigo tras el 11-M”. Pero a juzgar por sus palabras, la pista etarra no era la que se pretendía perseguir.
“Tomaron nota de ello –explica Trashorras– pero me dijeron que les interesaba implicar a los moros y dejar a ETA aparte, alegando el momento político que se estaba viviendo en España”. De hecho, el protagonista de la trama asturiana detalla el especial hincapié que algunos hicieron en abonar la tesis del atentado islamista: “El más interesado en implicar a los moros y dejar a los etarras al margen era el agente del CNI, una persona de 1,80 y unos 45 años, poco pelo y peinado hacia atrás”.
Y si la trama asturiana vuelve a las primeras páginas es porque existía, pero, según cuenta el ex minero, no como la conocíamos hasta ahora. Emilio Suárez Trashorras relata que fruto de su relación con Manolón logró obtener información sobre la banda terrorista vasca que no salió a relucir en las investigaciones judiciales y policiales sobre el 11-M. Cuenta Trashorras que tres años antes de la matanza de marzo “recibí de ‘Manolón’ encargos similares a vender explosivos a ETA. No se hizo –añade–, pero sí aporté datos sobre personas y explosivos vinculados a ETA”. En concreto, según su versión, ofreció detalles sobre la presencia activa de la banda en Asturias: “Puse en conocimiento de ‘Manolón’ que miembros o colaboradores de ETA tenían infraestructura en Avilés y en otros lugares del Principado de Asturias”.
Y de aquí llegamos al tristemente famoso club de alterne El Horóscopo, de donde salió otro personaje cuya presencia levantó ampollas: el confidente Javier Lavandera. Cuenta Trashorras que los datos que le permitían relacionar a ETA con una infraestructura en Asturias “provenía del Club Horóscopo. En esos contactos –prosigue– estaban Javier Lavandera, un grupo de vascos y un agente de la Guardia Civil”. Pero, una vez más, parece que la información no era del interés policial. Según el protagonista de la entrevista de Fernando Múgica, cuando todo empezaba a estar atado y funcionaba la infiltración “se me ordenó abortar la operación porque los temas de explosivos y armas los lleva la Guardia Civil”.
El principal imputado español en el sumario del 11-M cree que la persecución y amenazas que el propio Lavandera viene denunciando desde hace tiempo y los episodios que han puesto en peligro su vida proceden del policía asturiano. En este punto acusa sin titubeos: “El que quiere eliminar a Lavandera tiene nombre y apellido y se llama ‘Manolón’. Lavandera les estaba estropeando los negocios paralelos que tenía la Policía”.
Finalmente, José Emilio Suárez Trashorras defiende su inocencia y recalca que ha sido imposible demostrar pruebas de cargo contra él: “Soy totalmente inocente. No tengo ningún motivo para colaborar con los islamistas. No se ha detectado que me dieran ni droga ni dinero”.