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Trashorras asegura en la Audiencia de Asturias que "jamás" tuvo acceso ni traficó con dinamita

El ex minero Emilio Suárez Trashoras, que presuntamente facilitó los explosivos utilizados el 11-M, dijo este miércoles que "jamás" tuvo acceso a dinamita en su trabajo, que no traficó con ella y que el garaje donde se hallaron cartuchos de Goma era de su cuñado, Antonio Toro. "No tenía acceso a explosivos ni los manejaba", afirmó. Asimismo, afirmó que comenzó a colaborar con la policía en 2001, tras ser detenido, para facilitar así que su cuñado saliese de prisión antes las navidades de ese año, y que ya como colaborador de las fuerzas de seguridad cuando conoció a Lavandera.

El ex minero Emilio Suárez Trashoras, que presuntamente facilitó los explosivos utilizados el 11-M, dijo este miércoles que "jamás" tuvo acceso a dinamita en su trabajo, que no traficó con ella y que el garaje donde se hallaron cartuchos de Goma era de su cuñado, Antonio Toro. "No tenía acceso a explosivos ni los manejaba", afirmó. Asimismo, afirmó que comenzó a colaborar con la policía en 2001, tras ser detenido, para facilitar así que su cuñado saliese de prisión antes las navidades de ese año, y que ya como colaborador de las fuerzas de seguridad cuando conoció a Lavandera.

L D (EFE) Trashorras declaró en la sección octava de la Audiencia Provincial de Asturias, en Gijón, en el juicio por la Operación Pipol, desarrollada en julio de 2001 y en la que se incautaron 86 kilos de hachís, casi tres kilos de cocaína, 16 cartuchos de Goma 2 y 94 detonadores industriales. Esposado y junto a dos de los doce policías que vigilan a los veinte imputados en este caso, el ex minero se negó a responder a las preguntas del fiscal y solo atendió las preguntas de su abogado defensor, Gerardo Turiel.

Suárez Trashorras, en tono tranquilo, relató que fue en el año 2000 cuando dejó de trabajar en Mina Conchita -explotación minera de la que presuntamente salieron los explosivos utilizados en los atentados de Madrid- al ser dado de baja por padecer una esquizofrenia paranoide que, aseguró, se ha agravado últimamente.

Trashorras reconoció que en Mina Conchita trabaja como ayudante minero y que llevaba madera para las galerías de la explotación y que, por lo tanto, "no tenía acceso a explosivos ni los manejaba".

"Es como decir que la limpiadora de la sala es la que dicta la sentencia de la operación Pipol", afirmó Trashorras, que negó también haber compartido o tener las llaves del garaje de Avilés donde la Policía encontró más de 54 kilos de hachís, los explosivos y los detonadores en un registro efectuado el 25 de julio de 2001.

Según la versión del fiscal, este garaje era compartido por Suárez Trashorras con Antonio Toro -que el miércoles lo ratificó ante el tribunal- y con José Fernández Díaz, "El Nayo", imputado en esta causa y que se encuentra huido de la justicia.

Garaje con explosivos

Suarez Trashorras, sin embargo, afirmó que "nunca" pagó el alquiler ni tuvo las llaves de ese garaje" y que tampoco guardó nada en él porque vive a cincuenta metros y dispone de un trastero y en los alrededores sus padres "tienen seis plazas de garaje".

El ex minero negó tener relación con el resto de los 20 acusados en la operación Pipol, salvo con su cuñado, del que dijo que siempre creyó que se dedicaba a la compra y venta de vehículos y que desconocía que traficase con drogas, como éste reconoció el martes. Subrayó además que tenía una "enemistad fuerte con Nayo" y que, de hecho, éste fue utilizado "como moneda de cambio para sacar a su cuñado de la cárcel".

Trashorras se refería así a su condición de confidente de la Policía que, según señaló, se inició a raíz de su detención el 25 de julio de 2001 "para colaborar en la obtención de información para desarticular otras tramas delincuenciales de Asturias". Según indicó, tras negarse en varias ocasiones a colaborar con la Fiscalía Antidroga y con el inspector Manuel García "Manolón", ex jefe de estupefacientes de Avilés, finalmente accedió a cambio de que se dejase libre a su cuñado antes de la Navidad de 2001.

Así, indicó que fue tras su detención, "cuando estaba colaborando con la Policía", y no antes, cuando conoció a Francisco Lavandera, un trabajador del club "Horóscopo" de Gijón y confidente de la Guardia Civil, que alertó ese año a las fuerzas de seguridad de la existencia de una red de tráfico de explosivos en Asturias.

El ex minero asturiano negó que le hubiese ofrecido dinamita a Lavandera y subrayó también que hasta octubre de 2003 no conoció a otro confidente policial, imputado también en el sumario del 11-M, Rafá Zouhier, y que comparecerá como testigo el próximo 8 de noviembre junto a Lavandera y al guardia civil Jesús Campillo. Según Trashorras, a Zouhier lo conoció al "obtener datos de él cuando estaba colaborando con el inspector Manuel García en otra investigación", y no en la prisión de Villabona.

El juicio oral se reanudará el lunes de la próxima semana, en la que está prevista la declaración de testigos y policías.

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