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¿Tomadura de pelo o rabieta de Alonso?

La respuesta de Alonso calificando de "inimaginable" que un partido democrático mantenga contactos con Batasuna, cuando es público y notorio que existen, parece, a priori, un ejercicio de cinismo. Nada nuevo. Pero, vistos los antecedentes de Alonso, podría haber algo más.

José Antonio Alonso sabe perfectamente que tanto su propio partido en el País Vasco como, al menos, los nacionalistas vascos y también algunos partidos catalanes como ICV y ERC están manteniendo contactos con Batasuna-ETA. También sabe perfectamente que estos contactos son públicos y reconocidos por los propios protagonistas.

Por eso ha sorprendido su contundencia al afirmar este martes en el Congreso de los Diputados que "no hay que reunirse con Batasuna y me resulta inimaginable que un partido organice semejantes reuniones". Demasiado cinismo, aun siendo político, español y del PSOE. Además, ya en los pasillos en un corrillo con periodistas dijo que si se enterase de que estos contactos existen se "cabrearía".

En la anterior Legislatura, José Antonio Alonso fue el primer ministro del Interior de Zapatero. Permaneció dos años en el cargo, hasta el 7 de abril de 2006. Días después de que la banda terrorista ETA declarase un "alto el fuego permanente", el 22 de marzo de 2006. Entonces, Zapatero colocaba a Rubalcaba en Interior y a Alonso en Defensa. La misión del ministro del Interior era "verificar" el proceso y el presidente confiaba más en Rubalcaba. "Verificación" que quedaba retratada con la voladura de la T-4 de Barajas.

Cuatro años después, Alonso ya no está en el Gobierno aunque sigue en primera línea como portavoz del Grupo Parlamentario Socialista. Rubalcaba, el "verificador", sigue en Interior, pero además ha sido ascendido a Vicepresidente y portavoz del Gobierno. Se ha llevado consigo al Gobierno a Ramón Jáuregui y es visto por muchos ya como el sucesor de Zapatero.

La interpretación más benévola para Alonso, juez de profesión, es que tenga más escrúpulos que sus compañeros de filas y realmente rechace los tratos con Batasuna-ETA más por voluntarismo que por ánimo de engañar de una forma tan escandalosa. Aunque vista su trayectoria en el Gobierno no lo parece. Parece más una rabieta que otra cosa, ya que el propio Alonso sabe que su peso e influencia tanto en el Gobierno como en el partido son perfectamente descriptibles. Nadie en su sano juicio puede pensar que ese "cabreo" que anuncia Alonso vaya a inquietar, ni tan siquiera incomodar, a Zapatero, Rubalcaba, Patxi López o Eguiguren. No es más que un brindis al sol.

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