(Libertad Digital) La hermana del concejal del PP Alberto Jiménez Becerril, asesinado en Sevilla junto a su esposa por la banda terrorista, recuerda que la actitud de ETA no es la de quien busca la paz, sino la que se refleja en el rostro desafiante de Txapote, el asesino de Miguel Ángel Blanco. Teresa Jiménez Becerril, que conmovió por su discurso durante la manifestación de la AVT del pasado 10 de junio, ha puesto el colofón a un programa especial de La Mañana del Fin de Semana sobre las víctimas del terrorismo. La hermana de Alberto Jiménez previno contra la "falsa paz que nos están imponiendo" y que consiste en apaciguar a los terroristas mediante concesiones. Es la "falsa paz de las actrices y las rosas blancas", que Teresa Jiménez contrapone a una "paz auténtica" basada en la libertad, la dignidad y la justicia.
Las víctimas, apunta Teresa Jiménez, viven con "enorme preocupación" la realidad de una actividad impune y desafiante de ETA durante la supuesta tregua, así como la ayuda que, según todos los indicios, están recibiendo del aparato del Estado y del Gobierno para saltarse la Ley. Todo ello, señala esta víctima de ETA, "viene a constatar que hace más de un año que estoy diciendo. Sabíamos que se está negociando. No es una sorpresa. La tregua, de hecho, no es más que un premio a una serie de pasos que el señor Zapatero ha estado dando previamente. La mayoría del guión está escrito y se está intentando venderlo a la opinión pública. Pero las cosas no son fáciles. Estamos en una democracia y siempre te puede salir un juez o personas que tengan decencia. No va a ser tan fácil como presuponían".
La hermana del concejal asesinado por ETA junto a su esposa contrapone la declaración de tregua de ETA a la actitud de uno de sus sicarios, Txapote, durante el juicio por el asesinato de Miguel Ángel Blanco. "Ésa es la actitud que tiene ETA. Una seguridad que no sé de dónde les viene. En los juicios de Nuremberg", recuerda Teresa Jiménez, "se veía a personas derrotadas, llorando, con la cara tapada por la vergüenza ante sus condenas. En cambio, cuando vemos a estas personas, tienen una tranquilidad y una seguridad que sólo se explica en el hecho de que sienten que tienen detrás de ellos a una parte de la sociedad vasca y que el Gobierno les está echando una mano".